Los sueños. Material difícil de estudio e interpretación. Uno de los que se animó a observarlos de cerca y consiguió un mínimo de éxito fue Sigmund Freud. Sin embargo, gracias a las artes, en este caso el cine, es posible ser testigos de ellos, analizarlos y hasta aceptarlos. ‘Last Night in Soho’, la nueva película de Edgar Wright, se anima a desenvolverse en diferentes ámbitos que recurren a fenómenos como lo son los sueños. Y lo hace de una manera espectacular.
En esta nueva obra del cineasta inglés, Thomasin McKenzie y Anya Taylor-Joy se manejan en el barrio de Soho del Londres de los años sesenta. Donde los sueños retoman las características de pesadillas, que abandonan lo inconsciente para habitar el mundo real, y convertirse en verdades.
Edgar Wright elige Londres como escenario para su nueva aventura. No es casualidad. En los años sesenta, la ciudad del Big Ben era conocida por ser el epicentro de los pubs, el twist, la moda y el rock and roll. Sin embargo, se toma a esta década como un segundo espacio, siendo el Londres actual el universo principal. Pero, hay que recordar, que se trata siempre de una misma ciudad. Es aquí donde se desarrollan todos los hechos del filme.
‘Last Night in Soho’ cuenta la historia de Eloise (McKenzie). Una joven que vive en la parte campestre de la ciudad con su abuela y que tiene el don, al igual que su ya fallecida madre, de ver más allá. Ellie recibe una beca para estudiar moda en la ciudad de Londres, por lo que tendrá que mudarse a la ciudad. Su sueño se convierte realidad. Algo que más tarde volvería a sucederle. Ya que, al llegar allí, se empieza a comportar de una manera extraña. Ella ve cosas.
Cuando se muda a lo que será su departamento rentado, empieza a tener sueños y visiones que rozan lo real con Sandie (Taylor-Joy). Una aspirante a cantante, bailarina y actriz, que quiere iniciar su carrera de una buena vez. Para ello, se consigue un reconocido representante de artistas conocido por todos: Jack (Smith). Sin embargo, poco a poco, Sandie se encontrará con el detrás de escenas de la bella cara de Londres en los años sesenta. Se choca con la realidad de su oficio. Nada es lo que parece.
El director agarra al Londres de los sesenta con todo lo que conlleva. Su psicodelia, su neón, su glamour y, sobre todo, su música. El soundtrack realmente acompaña. Tanto al contexto como a su personaje principal. Ambos personajes, de McKenzie y de Taylor-Joy se topan inesperadamente con la realidad de lo que quieren ser. Wright mostrará en los primeros minutos escenarios de glamour y de elegancia. Para después volcarse en escenarios cada vez más turbulentos.
Thomasin McKenzie interpreta el rol protagonista de una manera perfecta, llevando a cabo una excelente actuación. Sin embargo, es válido mencionar que el trabajo de Anya Taylor-Joy es un robo a mano armada. En el mejor de los sentidos. La joven intérprete se roba la película. Hace del papel de Sandie una figura propia y la encarna como si estuviese hecha específicamente para ella. Ambas actrices se destacan y ayudan a la experiencia total del filme.
La historia de ‘Last Night in Soho’ se construye de una manera sublime. Los personajes son fáciles de comprender, caracterizar y de empatizar con ellos. Estos, a la vez, son utilizados como simples marionetas dentro de una trama de asesinato, misterio, glamour y twist, mucho twist. Wright ejecuta a la perfección un relato de terror y suspenso, donde juega con los sueños y lo real. Entregando una obra por momentos surrealista y por momentos nostálgica. Pero que en su totalidad, configura de lo mejor (por no decir lo mejor) del año.