La relación entre un padre y un hijo siempre es un asunto problemático. Aquí esa tensión queda exacerbada por el paisaje: un lugar agreste, alejado de todo, donde los dos personajes comparten cacerías y noches. Lo interesante es que el film, luego de exprimir las tensiones de la relación, se dedica a incluirlos en ese paisaje, a mostrarlos como parte de una sola naturaleza. En ese acercamiento a “otra cosa” la película crece.