Tucumán, la ciudad más pequeña y superpoblada de la Argentina, es el escenario principal de la segunda película de Agustín Toscano ( Los dueños), que llega a las salas locales luego de su paso por la Quincena de los Realizadores del Festival de Cannes. Una provincia golpeada por la crisis económica, con saqueos a supermercados y una prolongada huelga policial. Ese es el dramático telón de fondo -inspirado en el caos real en el que quedó hundida la provincia en 2013- de esta historia de sinuosa redención protagonizada por un ladrón de poca monta y su víctima, hospitalizada con amnesia después de sufrir un violento robo a la salida de un cajero automático. Movido por la culpa, el motoarrebatador del títulode la película termina estableciendo con esa mujer que lo dobla en años un vínculo que sufre diferentes transformaciones con el paso del tiempo. La película también pone el foco en el entorno familiar del protagonista, que tiene una relación conflictiva con la madre de su pequeño hijo y con su propio padre. Queda claro que es el contexto desfavorable y las circunstancias lo que determina la errática conducta de Miguel (buen trabajo interpretativo de Sergio Prina), también víctima de un sistema en el que la exclusión es moneda corriente y aferrado a una situación ilusoria que le permite evadir, al menos transitoriamente, una realidad difícil de tolerar.