La segunda película de Agustín Toscano, "El Motoarrebatador", aborda con una profunda mirada social los caminos de la redención y las nuevas oportunidades. Tras su celebrada ópera prima co-dirigida "Los dueños", Agustín Toscano aborda una nueva película en la que redobla varios de los conceptos ya expuestos en aquella película.
"El Motoarrebatador" tranquilamente podría inscribirse dentro de la mentada camada de aquel Nuevo Cine Argentino. Posar la mirada sobre los sectores humildes, exponer su modo de vida, y trazar una posible redención desde la comprensión. Pero allí donde algunas de esas películas mantenían distancia, o se llenaban de prejuicios propios del que habla sin conocer, "El Motoarrebatador" se destaca por su naturalidad y su falta de mirada prejuiciosa pero no benévola para con sus personajes.
En los medios de comunicación abundan las noticias delictivas como alerta a una sociedad conservadora. Más de una vez se habló de la modalidad de motochorros, como verdaderas amenazas y flagelo para los transeúntes desprevenidos. ¿Pero qué hay detrás de la noticia? ¿Quiénes son las personas involucradas?
La víctima y el que delinque. "El Motoarrebatador" pone en el centro de la escena a Miguel (Sergio Prina), un motochorro, aquel que se encarga de manejar la moto mientras su acompañante arremete contra las pertenencias de los particulares que transitan la calle. El contexto es en la provincia de Tucumán a fines de 2013, los memoriosos recordarán el conflicto que hubo con la policía dejando durante un período a la provincia sin seguridad, desatando una ola de saqueos.
Miguel vive una mala situación con su pareja y madre de su hijo. En una de sus andanzas, arremeten contra Elena (Liliana Juárez), una mujer en un cajero automático.
En un intento por reparar parte de lo que hizo, Miguel decide regresar la billetera con tarjetas y documentos a Elena, y es ahí que se entera que la mujer está hospitalizada por el golpe sufrido durante el robo, y que ha perdido la memoria. Miguel aprovecha la circunstancia y se hará pasar ante la médica y Elena como un sobrino postizo (hijo de una amiga), y no tardará en mudarse a la casa de la mujer. Así, entre ambos comienza a tejerse un vínculo cuasi maternal.
No, esto no es Mientras dormías así que no esperen los enredos románticos, ni las situaciones de confusión propias de la comedia efectista.
En "El Motoarrebatador", hay comedia, pero que surge de la propia situación expuesta con naturalidad, y de la personalidad de estas dos personas, con más puntos en común de lo que piensan. Elena no es una mujer adinerada, limpia en casas ajenas, y también tiene su historia. Hasta podríamos pensar que prefiere olvidar.
Es una mujer demandante y con un carácter particular, pero Miguel tampoco es un santo, y entre los dos hay tanta rencilla y desconfianza como complicidad. Toscano, quien encara con "El Motoarrebatador " su ópera prima en solitario (Los dueños fue co dirigida por Ezequiel Raduski), no fuerza ninguna de las situaciones, deja que sus personajes sean, y así potencia los vínculos que serán la mayor fortaleza del film.
De estructura chica, "El Motoarrebatador" despliega puro cine en cada una de sus tomas, con planos elegidos con inteligencia para captar detalles, y secuencias completas que cuentan una historia en sí misma. El de Toscano pareciera perfilarse como un cine que no necesita de la demagogia, la declamación, los lugares comunes, ni las miradas complacientes, para interpelar al espectador y hacerlo reflexionar sobre muchas de las ideas que nos han instalado.
No hay buenos y malos. Queda claro que hay un sistema que arrastra a la subsistencia, y que debemos valernos entre nosotros para salir adelante y hacer que algo pueda cambiar, aunque sea desde lo individual. Sergio Prina y Liliana Juárez componen criaturas maravillosas, parecieran tener personalidades diferentes, pero se complementan hasta igualarse.
Toscano logra capturar la esencia de cada uno hasta conseguir la calidez propia, eludiendo cualquier tipo de golpe bajo. También se destaca la pequeña participación de León Zelarayan, como León, el hijo de Miguel con ese brillo propio que solo los chicos pueden transmitir desde la frescura. La siempre efectiva Mirella Pascual aporta ductilidad en sus contadas escenas. "El Motoarrebatador" es un film cálido sobre dos seres cruzados en una situación adversa.
Ofrece una mirada social sin necesidad de ser piadosa ni recargar las tintas. Una de esas películas que hay que ver para aprender a mirar.