El Motoarrebatador: Maleante arrepentido.
Una de las películas argentinas que nos representó en el Cannes 2018 explora la vida de un motochorro arrepentido que busca un lugar para cuando su hijo se quede con él los fines de semana.
Sin ser una comedia, es una película que fácilmente encuentra la risa en sus situaciones. Siendo las risas en los dramas uno de los aspectos más autóctonos de nuestro cine nacional, estamos en condiciones de asegurar que El Motoarrebatador fue un más que apropiado representante argentino en el festival de cine más prestigioso del mundo cuando compitió en la Director’s Fortnight de la edición de Cannes de este 2018.
Un ladrón arrepentido logra ubicar el hospital en el que reside su última victima. Afortunadamente para él, la señora perdió la memoria, aunque más propicio es que su casa ahora se encuentre vacía y disponible, para que él un motochorro sin techo, reciba las visitas de su hijo los fines de semana. Un relato crudo y realista que por momentos se ganara alguna sonrisa, pero que se encarga de retratar apropiadamente a una persona que esta atrapada en un submundo criminal a pesar de sus intentos por salir.
Su director, Agustín Toscano, esta formado en la escenas tanto de cine como de teatro en Tucumán. Un valor evidente cuando vemos la cualidad natural de los diálogos y escenas de este, su primer esfuerzo como director en solitario tras su co-debut en Los Dueños (2013), que le valió su primer presencia en Cannes. Siempre caminando sobre la linea entre la improvisación y un guion trabajado aunque realista, en la que afortunadamente la mayoría de las secuencias son evidente resultado de una combinación de ambos procesos que termina por entregar un guion tan autentico como cautivante.
Mostrando una evolución de un estilo (quizás excesivamente) naturalista y teatral, la cinta muestra más que ocasionalmente detalles técnicos que logran darle un color más cinematográfico. Movimientos de cámara, planos compuestos al detalle e incluso algún plano secuencia condimentan a la perfección una película en la que la prioridad siempre la tienen sus personajes. Podrá tomar un desvío por momentos, pero siempre tiene en claro que se trata de una persona sin las herramientas para cambiar su vida como le gustaría.
Aunque la historia definitivamente se centra en el arrepentido motochorro, también es evidente que la película termina rindiéndose ante el dúo protagónico de Sergio Prina y Liliana Juarez casi por igual. La labor del elenco en general resulta más que destacable, pero son ellos quienes terminan de darle el alma a la cinta.
Un film que logra juntar todo tipo de sensaciones enmarcadas históricamente en los saqueos que sufrió la provincia de Tucumán en 2013. Lejos de llevarse puesta la trama, el contexto solo sirve como percha para colocar un relato valioso y exhaustivo que se encarga de entretener mientras lleva al espectador por el viaje de una persona cansada que busca desesperadamente un cambio que terminará encontrando de la forma menos pensada