Historia de la violencia
Tras Historia del miedo, elogiada ópera prima que tuvo su estreno mundial en la Competencia Oficial de la Berlinale 2014, este realizador de 29 años formado en la FUC y en Le Fresnoy de Francia rodó en blanco y negro esta película con el notable Pablo Cedrón ambientada en 1835 y que surgió a partir de una iniciativa original del festival coreano de Jeonju. El resultado es uno de los films más inquietantes e inteligentes sobre la violencia política surgidos de las entrañas del (Nuevo) Nuevo Cine Argentino.
Historia del miedo, con su estructura coral y su tono entre alucinatorio y paranoico, ya nos presentaba a un director con múltiples ideas psicológicas, narrativas y visuales. Poco más de un año después, este joven director rodó en tiempo récord (dos meses incluida la posproducción) y con un presupuesto acotado surgido en principio de una ayuda del Festival de Jeonju (Corea del Sur) una película que en principio poco tiene que ver con aquella ópera prima desde lo temático, pero que lo muestra igual de audaz y aún más sólido y afiatado en sus búsquedas.
Filmada en blanco y negro (notable aporte de la DF Soledad "Yarará" Rodríguez), El Movimiento combina elementos del western, del thriller político, del costumbrismo gauchesco, de la épica histórica (y, sobre el final, hasta del falso documental) con sorprendente eficacia. Tiene algo de Jauja, de Lisandro Alonso (con quien comparte, además, la pantalla 4/3 casi cuadrada); de Aballay, el hombre sin miedo, de Fernando Spiner, pero también de La película del rey, de Carlos Sorin; y de trabajos de Werner Herzog como Fitzcarraldo o Aguirre, la ira de Dios.
Pablo Cedrón, imponente e impecable, interpreta a una suerte de caudillo que deambula por las pampas buscando (o, mejor, imponiendo) apoyo para “el movimiento” del título. Lo hace secundado por un pequeño grupo de patéticos acólitos que lo acompañan en sus giras proselitistas y en sus “apretadas” a propios y extraños.
Estamos en 1835, época de pestes y anarquía, tal como advierte un cartel al comienzo, tiempos de barbarie. La violencia por momentos sádica (el ejército fusila a cañonazos y hay degüellos varios), la locura de esa “mala época” de rivalidad entre unitarios y federales, tienen su razón de ser, algo que Naishtat explicó en detalle en esta amplia entrevista que concedió a OtrosCines.com.
El extraordinario trabajo con mínima luz en escenas mayoritariamente nocturnas con mucho plano secuencia con cámara en mano, sumado al uso climático del sonido y la música, y la apelación a elementos folclóricos y hasta místicos convierten a El Movimiento en un viaje pesadillesco y aterrador a un pasado lejano, pero con muchas, demasiadas conexiones con la violencia política reciente y, por qué no, actual. Para ver, disfrutar, pensar y, claro, discutir.