Es la historia de un asesino a sueldo que no asesina, un relato de pistolas que no disparan, de perros y de carretera. En la última planta de un hospital de Buenos Aires un español (Sacristán) toma conciencia de que su tiempo se acaba. Se está muriendo. Por eso decide escapar del hospital y emprender una huida hacia el norte atravesando Argentina. Es el muerto. Y sabe que cualquier carretera conduce al mundo entero, que no importa el destino, sólo el movimiento y la sensación de no detenerse nunca, de dejar atrás la vida que hasta entonces había llevado. Una vida marcada por la presencia constante y próxima de la muerte. Por eso, como buen profesional, avanza con tranquilidad hacia ella, mientras huye por carreteras secundarias en un largo vagar.