A fines del siglo XIX y principios del XX llegó al puerto de Buenos Aires, procedente de los más alejados países, una ola inmigratoria que buscaba aquí el trabajo y la comida que se les negaba en sus lugares de origen. Entre ellos se hallaba Francisco Piria, un italiano que ya traía en su cabeza la idea de encontrar en esta Argentina todo el caudal de proyectos que no había podido desarrollar en su tierra natal. Sin embargo aquí la suerte le fue esquiva en sus muchos intentos y decidió viajar hacia Montevideo donde encontró, a varios kilómetros de la capital, decenas de tierras fértiles ideales para el cultivo de frutas y de verduras y para planificar viviendas que atraerían a personajes de la alta burguesía porteña. Así Piria no tardará en convertirse en un visionario que construyó una ciudad sofisticada que bautizó con su nombre y que no mucho después se convertiría en la elegante Piriápolis. Comerciante, escritor y alquimista este hombre desarrolló a lo largo de su vida los más variados oficios, pero su deseo satisfecho fue esa ciudad que crecía sin cesar.
El director Sebastián Martínez (París Marsella), sigue en este cálido documental el derrotero de ese Piria que, hasta su muerte, trabajó con tesón para que sus sueños se convirtieran en realidades de alguien enigmático y, para muchos, desconocido.