En busca del tiempo perdido
Este film del realizador Búlgaro Stephan Komandarev, basado en la novela homónima de Ilija Trojanow, quien en este caso también cumple las funciones de coguionista junto al director, tiene no sólo desde la estructura narrativa sino asimismo desde el discurso, varias posibles lecturas.
Primero, y a modo de introducción, habría que aclarar de qué va la historia: un joven búlgaro, que vive en Alemania desde niño, viaja con sus padres a visitar a los abuelos a su pueblo natal. Hay un accidente, en el mueren sus progenitores y él queda mal herido, e internado en un hospital en Alemania. A eso se le agregará que, como consecuencia post-traumática, pierde la memoria. El diagnostico de los médicos es de mal pronostico amnesia retrograda, que se caracteriza por la imposibilidad de recordar nada anterior al hecho traumático. Enterado Dai Ban (Miki Manojlovic), el abuelo que lo esperaba en Bulgaria, va en su búsqueda. Allí comienza la historia propiamente dicha.
Desde lo específicamente del relato su estructura con cortes temporales, idas y vueltas en la reconstrucción de la historia de ambos, por un lado la vida anterior, hasta que los padres deciden huir de la Bulgaria stalinista hacia un futuro mejor. Por otro la vida del abuelo, campeón de backgammon del pueblo pero también hombre de honor, quien nunca se vendió, y siempre se opuso al opresor.
En desacuerdo con los facultativos Dai Ban cree que un retorno a los lugares de la infancia hará milagros en su nieto. Emprenden un viaje, casi iniciático, hacia el pueblo originario en una bicicleta en tándem doble. Ese viaje les permitirá al nieto recuperar los recuerdos y al abuelo recuperar el tiempo perdido.
Como canta el cubano Pablo Milanés
“...Cómo me libero de esta carga amarga.
Cómo no hago de la vida despedidas.
Cuánto olvido cabe en el adiós:…”
Este estilo rompe con lo que hasta ese momento era un texto lineal en una road movie.
Es en este reencuentro de la familia, que también se constituye como el retorno a los antiguos valores morales, narrada en tono de comedia dramática, o llevándolo a otros planos más específicos como tragicomedia, llena de humor y de momentos emotivos, sin nunca caer en la sensiblería.
Se trata de una producción muy bien dirigida que tiene como valor agregado los paisajes que van recorriendo la Europa balcánica.
Desde otro punto de vista, y tomando como referencia los elementos puestos en juego por el texto fílmico, cabe destacar el nivel metafórico de los mismos, el juego de backgammon, uno de los mas antiguos, originario del antiguo Egipto, que se caracteriza por ser una conjugación equilibrada entre la estrategia y el azar para lograr el objetivo.
Además, como gran sostén del filme, no sólo encontramos la estructura, también la música y la fotografía, sino las muy buenas actuaciones de todo el elenco, sobresaliendo la figura del genial Miki Manojlovic, actor fetiche de Emir Kusturica, a quien conocimos en “Underground” (1995) y en “Como Barril de Pólvora” (1995), entre otras.