Ascenso y caída de Barney
Dirigida por Richard J. Lewis, quien ha desarrollado su carrera principalmente en la televisión estadounidense, El mundo según Barney es la adaptación de la novela Barney`s Version del canadiense Mordecai Richler. La historia es básicamente un recorrido por la vida amorosa de Barney Panofsky interpretado por gran Paul Giamatti, que no sólo se apropia de cada sutileza de un personaje complejo, sino que a la vez oficia como sostén casi único de una película con algunas fallas.
Entonces, Lewis nos presenta a un melancólico Barney, productor de televisión, quien vive un presente hundido en la soledad y la melancolía. Entonces comienzan una serie de flashbacks que nos muestran, una a una, las historias amorosas y también algunos hechos relevantes de de la vida de Barney, principalmente su vida con Miriam (una extremadamente sutil Rosamund Pike) y como todo esto terminó en un presente apático y cansino.
En principio es una propuesta poco original pero no despreciable, que funciona bien sobre todo cuando la ironía y cierta mala leche del personaje de Giamatti despiertan del tono de pesadez general. Porque la falla principal de El mundo según Barney es la falta de ritmo, y quizás por momentos la falta de pulso para balancear la comedia dramática y el drama liso y llano. También hay buenos momentos en las intervenciones de Izzy Panofsky (Dustin Hoffman), el padre de Barney, un personaje que parece salido de algún film perdido de Woody Allen, que refresca por momentos pero que quizás está fuera de registro con respecto al elenco en general.
Entre las fallas también cuenta cierta subtrama policial, un hecho confuso entre Barney y su amigo Boogie (Scott Speedman), que está insertada a la fuerza. Es cierto que el hecho es importante y definitorio para el personaje principal, sin embargo, nunca tiene suficiente peso y al final se resuelve, pero ya no tiene tanto significado como el director pretende. Suma pero nunca se acopla, y si se la piensa en perspectiva, podría haber sido eliminada y la cosa no cambiaba demasiado.
Donde la película si funciona, y en gran parte es gracias a Giamatti, es en su bien contado retrato de una persona absolutamente consciente de sus buenos aciertos y también de sus grandes errores. Aparece allí una mirada melancólica, pero para nada autocomplaciente o victimizada de porque las cosas llegaron a estar en tal o cual estado. Barney Parnofsky se lamenta, pero sabe y recuerda que mucho de lo malo que le sucede es por su responsabilidad, y hay un poco de patetismo y ternura en ese saber.
El mundo según Barney es entonces una historia demasiado larga de victorias y fracasos personales, que puede llegar a aburrir, pero no deja de ser simpática por momentos, por lo cual se deja ver. Además, deja la certeza de que un gran actor como Paul Giamatti puede sostener casi mucho de una película por propia capacidad, a pesar de que el contexto no sea demasiado favorable.