Tomas Alfredson nos ha dado dos muy buenas películas: “Déjame entrar” y “El topo”. En ellas, la trama decididamente ominosa, a veces truculenta tenía como contrapeso un desarrollo perfecto de los personajes, que eran criaturas emotivas hasta en su aparente inexpresión. En “El muñeco…” hay un desbalance en ese sentido y la historia del asesino serial tiene más peso que aquellos que deben detenerlo. El problema es Michael Fassbender, un actor que puede ser perfecto pero al que suele sobrarle intensidad, y aquí sucede en muchas secuencias. Sin embargo, la cacería funciona bien y la historia mantiene la tensión y el misterio hasta el final (y, de paso, Rebecca Ferguson demuestra que no fue casualidad lo que le vimos hacer en la última “Misión Imposible”). El clima lo tiñe todo y sumerge al espectador en las oscuridades de la historia con bastante limpieza.