Un juguete para nada seguro
Chucky: El Muñeco Diabólico (Child’s Play, 2019) es una película de terror dirigida por Lars Klevberg y escrita por Tyler Burton Smith. Remake de la cinta del mismo título estrenada en 1988, esta vez el reparto está compuesto por Gabriel Bateman (Cuando Las Luces Se Apagan), Aubrey Plaza (Ingrid Goes West), Brian Tyree Henry, Ty Consiglio, Beatrice Kitsos, Tim Matheson, Carlease Burke, Trent Redekop, David Lewis, Marlon Kazadi, entre otros. La voz de Chucky es puesta por Mark Hamill (Star Wars).
La historia se centra en Andy (Gabriel Bateman), un chico de 13 años que se acaba de mudar con su madre Karen (Aubrey Plaza) a Chicago. Para animar a su hijo ya que está enfrentándose a muchos cambios (desde adaptarse a un nuevo hogar hasta lidiar con su padrastro), Karen decide darle un regalo de cumpleaños adelantado. Al abrir la caja, Andy se encuentra con un muñeco Buddi que no funciona del todo bien, sin embargo al instante decide no darle importancia a las imperfecciones ya que se da cuenta que su mamá se esforzó por conseguirlo. Así es como Chucky (nombre que el mismo muñeco se dio a sí mismo) pasa a convertirse en el mejor amigo de Andy. Al no estar programado correctamente para que sea seguro para los niños, el juguete pronto pasará a tener actitudes muy peligrosas que hasta llegarán a poner en riesgo las vidas de las personas cercanas a Andy.
Más que como una remake, Chucky: El Muñeco Diabólico funciona como un reinicio de la saga. Esto se debe a que en esta nueva producción lo único que se respeta de la película original son los nombres de los personajes protagónicos. Por lo demás, estamos ante una nueva trama de origen del muñeco que no incluye ningún asesino en serie ni nada que tenga que ver con la transferencia de almas o hechizos vudú. Esto hace que la cinta se sienta fresca a pesar de ya conocer la personalidad de Chucky, un juguete viviente lleno de pensamientos retorcidos.
Con un enfoque más tecnológico, en esta oportunidad el diseño de Chucky presenta significativos cambios, lo que genera que, con solo verlo, el espectador se sienta extraño. Sumándole la voz espléndida de Mark Hamill, Chucky consigue atemorizar sin problemas. Pero no solo el diseño es acertado, sino también los momentos slasher donde el muñeco no se priva de nada, llevando a cabo las torturas y muertes más sanguinarias que harán que más de uno desee taparse los ojos.
A pesar de que en cierto punto la película se llega a sentir larga, ésta se convierte en un correcto reinvento del diabólico juguete. No será recordada ni nada por el estilo, pero de igual manera funciona para que las nuevas generaciones conozcan a este emblemático personaje.