Como antecedente que ya forma una leyenda están las seis películas de Child´s Play que nosotros identificamos como “Chucky “que por 25 años se transformaron en un éxito de la mano de su creador Don Mancini y su leal banda de intérpretes. Con novias, maldiciones, su condimento slasher y una fama que transformaron esas película como “de culto” para sus muchos fans. Aquí llega otra vez, pero con una mirada distinta que su alma mater no comparte y que se inicia con los derechos de Orión Pictures sobre la primera entrega. La novedad del director Lars Klevberg y su guionista Tyler Burton Smith es que la trama el asesino serial desaparece y el muñeco tiene un chip endemoniado que un obrero enojado – en la lejana Vietnam- le introduce. Se pone loco casi de inmediato, solo tiene que aprender velozmente como ejercer daño. Se supone que el juguete es un asistente de hogar que te hace la vida fácil con su inteligencia artificial. Su dueño el buen actor Gabriel Bateman, la mama una joven mujer Aubrey Plaza y una primera víctima cantada. El novio de la mama en cuestión que apenas aparece uno sabe que merece lo peor. A todo esto Chucky hace un curso acelerado de manejos sangrientos espiando “La masacre de Texas 2” que su dueño y amigos miran con diversión. El muñeco diabólico cumple con las venganzas infantiles, de esos niños abandonados por padres ausentes y un mundo consumista, de adultos olvidables y niños más inteligentes y casi siempre abandonados a su suerte. Una suerte de lavada de cara para este terror, que muchos nostálgicos deploran, pero que conquistará nuevo público.