Un Chucky más siniestro y divertido.
Desde que en 1988 apareciera por primera vez la figura del muñeco diabólico creado por Don Mancini -esta nueva versión es la octava vez que vemos a Chucky en pantalla-, que además de ver al muñeco, también hemos podido ver a la novia, incluso a su hijo. Con esta evolución, no solo va en aumento la sangre, si no que ya la historia no innovaba porque ya no enseñaba nada nuevo, llegando a convertirse en repetitivo. Pero, en 2019 la nueva versión muestra una figura mucho más siniestra y divertida, consiguiendo asustar, pero también llegando a encariñarse con Buddi en ciertos momentos de la trama, aunque según va pasando la historia, te entran más ganas de matarlo que de abrazarlo, cuando conoces sus verdaderas intenciones.
El filme está hecho para el público milennial actual que está enganchado a la tecnología, ya que, en vez de dar terror, hace bastante gracia llegando al punto de provocar mas de una carcajada, y aunque tiene su dosis de violencia y sangre a partir de la segunda mitad de metraje, es una película disfrutable para ver con amigos y pasar un rato entretenido en la sala de cine.
La película muestra un tema tan actual como la dependencia en la tecnología que tenemos actualmente, donde podemos controlar la mayoría de nuestros aparatos con la voz o con una aplicación. La inteligencia artificial es la que se esta introduciendo en nuestras vidas a pasos agigantados y al final vamos ha acabar siendo dominados por las máquinas o la rebelión de dispositivos tan cotidianos hoy en día como Siri, Alexa, Amazon Echo o Google Home que están para facilitarnos la vida, pero cualquiera puede hackearlos para convertirlos en un arma, algo impensable a primera vista, pero que puede ocurrir.
El director de la cinta es Lars Klevberg que tras su cinta de terror Polaroid sobre una cámara poseída y asesina, ahora nos trae otra de terror con el reboot de Chucky. Como ya he comentado anteriormente ha creado una historia gamberra y divertida adaptada a los tiempos modernos, coge la esencia creada por Mancini y la transforma en una película slasher con grandes momentos. Hay que decir que no es una película de terror al uso como eran las anteriores porque no da miedo en sí, es siniestra porque las apariciones de Buddi son cada vez más oscuras y convirtiendo un adorable muñeco para niños, en una màquina de matar por proteger a su dueño y que no lo separen de su lado, un aspecto que recuerda mucho a Toy Story y el vinculo entre Andy y Woody, pero una versión más macabra y perturbadora. De entrada Buddi es un miembro más de la familia pero, cuando se van sucediendo los acontecimientos, se convierte en una lucha encarnecida por dar caza al muñeco y acabar con la ola de violencia que azota sus vidas.
A nivel interpretativo tenemos a Buddi que corre a cargo de Mark Hamill, de sobra conocido por la saga Star Wars, pero también por haber puesto voz al Joker en las películas animadas de Batman. Es una voz muy siniestra que consigue asustar, sobre todo cuando canta su canción, pero también hace bastante gracia con su gamberro vocabulario a lo largo del metraje. Por otro lado, tenemos a Andy (Gabriel Bateman), y su madre Karen (Aubrey Plaza) que son las otras dos partes del triángulo protagonista de la cinta. Andy es un niño con problemas sociales y enganchado a su teléfono, pero cuando recibe a Buddi se convierten en compañeros inseparables, hasta que la conducta de Buddi cambia y ya no es tan divertido como al principio
En definitiva, El Muñeco Diabólico es una más que aceptable y entretenida adaptación del clásico creado por Don Mancini, pero que no consigue asustar porque no es una película de terror. De todos modos no está nada mal para enganchar a las nuevas generaciones que no conocen la historia de Chucky y su diabólica personalidad.