Muñeco bravo
Lars Klevberg es un director noruego cuya filmografía consta sobre todo de dos cortos; el último de ellos, de 2015, sirvió como base para su película Polaroid (2019), en el cual se basa.
En cuanto al tema que nos ocupa, puedo decir que Chucky es una aceptable película de terror, si lo que se busca en un film de este género es un entrenamiento simple, básico, con algunas referencias a películas y estéticas de la década del 80, en una época en que eso vende, y mucho.
Aubrey Plaza cumple con el rol, el cual tampoco le exige mucho. Pero bueno, siempre podría ser peor. Es una excelente actriz de comedia, y ojalá pueda seguir en ese género. En caso pruebe nuevamente con otros, ojalá que sea más jugado y tenga la posibilidad de mostrar sus condiciones. Mención especial para Mark Hamill, prestando su voz para el muñeco maldito más famoso.
Las reglas básicas del género se cumplen, entonces, y es una película aceptable de ver. Lo que no se entiende, en este furor de los revivals y la recuperación indiscriminada, casi, de películas que cumplieron en captar el interés del espectador en algún momento, con más o menos éxito, es por qué cambian y relanzan las historias de modo que no quede nada de las ideas que le dieron origen; Lo siento. Yo quiero al Chucky pendenciero, recién salidito de prisión. Como diría Condorito: exijo una explicación.
También es notable que durante la película van lanzando pequeñas muestras de futuros Chuckys, aptos para todo el abanico de público. El negocio sigue, la franquicia se reinventa, y, al fin y al cabo, está bien, porque no solamente de buenos guiones vive la industria, al parecer. Y claramente el mercado lo leen como los dioses, muñecos.
Chucky es una película aceptable de ver si lo que se le pide es lo mínimo para un film del género.