Este buen reboot de Chucky: El muñeco diabólico llega 31 años después de la película original de Tom Holland, con guión de Don Mancini -se dice que Mancini, excluido de esta producción, está preparando su propia serie de TV sobre el muñeco-.
Y algo ha cambiado, no sólo en estas tres décadas.
La actualización del muñeco malvado -antes, la madre soltera le regalaba a su hijo uno que estaba poseído por el alma de un asesino serial, ahora es una suerte de robot hogareño- obedece a la dependencia tecnológica, la inteligencia artificial… ¡y al maltrato que padecen los obreros vietnamitas que construyen juguetes!
De hecho, es uno de ellos quien, en el sudeste asiático ante su inminente despedido, decide eliminar los filtros de “lenguaje apropiado” de Buddi (compañero), un muñeco en serie que interactúa con otros productos del hogar de la firma Kaslan.
Buddi puede programarse para que hable de manera espontánea, y gracias a su software de reconocimiento facial, en cuanto ve una primera cara la “adopta” como su dueño.
Y, como Woody, es un amigo fiel.
Tan fiel, que hará lo que sea por contentar a su dueño. “¿Nos estamos divirtiendo ahora?”, es su repetida pregunta a Andy, el hijo de Karen -una madre soltera con nuevo novio, interpretada por Aubrey Plaza-, un chico con problemas auditivos que sufre bullying. Karen trabaja en una enorme juguetería, donde recibe Buddis defectuosos, y justo, pero justo, no va a regalarle éste que desprogramó el operario vietnamita.
Lo cierto es que este Buddi está aprendiendo a matar: sus clases consisten en compartir, ver películas de terror (homenaje a La masacre de Texas 2) y escuchar charlas entre Andy y sus dos amiguitos. Chucky hará lo que sea para que Andy esté feliz; si el niño desea que alguien desaparezca…
Como Annabelle 3, o la saga de El conjuro, antes de volverse un slash film, El muñeco diabólico se toma su tiempo para desarrollar la trama. Hay guiños y/u homenajes. Además de a La masacre…, a la saga de Star Wars. Mark Hamill (Luke Skywalker) le pone su voz a Chucky, a quien Andy decide llamarlo Han Solo, y el muñeco le responde “¿Dijiste Chucky?”. A E.T., por el dedito iluminado del personaje malvado; a Ted, el osito de la comedia con Mark Wahlberg; pero que el niño se llame Andy, no es por el chico de Toy Story, ya que así se llamaba en la película de 1988.