La fachada del nuevo edificio del Colegio Nacional, inaugurado en 1938, replica el estilo predominante del academicismo parisino y monumentalista, percibido en las columnas y los arcos de entrada en el frente principal. Las puertas se abren, hagamos primero un poco de historia. Su sede se ubica en la calle Bolívar 263 de Buenos Aires, siendo uno de los edificios del tradicional casco histórico de “Manzana de las Luces”, en el barrio porteño de Montserrat. Fue fundado por el presidente Bartolomé Mitre, en marzo de 1863. Un nombre como el de sAmadeo Jacques pervive en el tiempo como su rector más emblemático. Para más precisión, “El Nacional” fue incorporado a la Universidad de Buenos Aires en 1911, por intervención del entonces mandatario Roque Sáenz Peña.
Rodada en 2018, la película “El Nacional” nos presenta la autenticidad de una historia que muta dentro de las paredes de la casa estudios; el estudiante de hoy asume riesgos y posturas con idénticas honestidad y franqueza. Con semejante tradición a sus espaldas, imaginamos el nivel de pertenencia que porta esta institución, sinónimo de prestigio. Como todo recinto educativo, una sociedad a microescala. Un colegio cargado de mística y memoria, atada a la cronología del país. Generadora de un tipo de comunidad muy particular, habitante en su seno privado. Para el prolífico documentalista Alejandro Hartmann (“Reset”, “Carmel”, “El Caso Cabezas: el Fotógrafo y el Cartero”), el desafío implica ingresar en el universo cerrado de un ámbito público dentro de cuya imagen emerge, también, la paradoja: apreciamos una perspectiva elitista que incide en el relato que ha tramado su devenir.
Este ícono cultural y pedagógico aviva recuerdos en Hartmann, quien admira el ámbito educativo en el que se formó, y que hoy revisita como realizador y padre. Acaso, despierta en su interior la paradoja de entonces pertenecer y regresar como testigo; el eco nostálgico en las aulas y los claustros no aparta su fino ojo de observador a la hora de examinar la trascendencia de aquellos que en el presente encarnan otro tipo de paradigma, apropiándose del mito tradicional. Partícipe de transformaciones a nivel social como las presentes, impulsadas por nuevas generaciones que reclaman su lugar y derechos, el colegio cobija en la actualidad a jóvenes encargados de romper la mística de pertenencia clasista, en vías hacia una democratización y apertura superadora respecto a otras épocas.
La preocupación a nivel social y político resulta evidente en la participación del centro de estudiantes, en discusiones por la ley de aborto y disputas por la postulación de una rectora. “El Nacional” visibiliza la coyuntura actual: se llevan adelante asambleas para impulsar y lograr el cambio, el manejo político ha cambiado de manos. Tales son las experiencias que nos son compartidas por una cámara atenta, en el intento de radiografiar la realidad que atraviesa a un estudiante modelo, reflejo de la frescura y el desparpajo de una adolescencia que cuestiona la tradición rigurosa. Protagonistas de un nuevo tiempo, quienes persiguen aperturas ideológicas y bregan por la conciencia sobre los propios derechos y obligaciones, en vías de espacios de expresión y formación más tolerantes. A casi un lustro de haberse registrado, el material no ha perdido un ápice de pertinencia.