Crítica de “El Nido”, terror psicológico en cuarentena con Luciano Cáceres y Blu Yoshimi
La ópera prima de Mattia Temponi recupera todos los miedos psicológicos de la situación de pandemia en un relato oscuro y opresivo que el mismo director definió como una mezcla entre "28 días después" y "Esperando a Godot".
“La cuarentena pueden ser unas vacaciones inesperadas” pronuncia la publicidad de los “nidos”, bunkers que funcionan como refugios para resguardarse de la pandemia global que convierte a las personas en bestias salvajes y violentas. A uno de estos lugares llega Sara (la actriz italiana Blu Yoshimi), una estudiante de 18 años que acaba de ser mordida por un infectado. Día tras día será examinada por Iván (Luciano Cáceres), un voluntario que se obsesiona con ella.
El Nido (2022) fue ideada antes de la pandemia del Covid-19, filmada durante y estrenada después. Un dato que cambia de manera radical la recepción de la película. Porque el film del realizador nacido en Italia Mattia Temponi no se focaliza en el miedo a ser infectado sino en los daños psicológicos de una situación de cuarentena permanente. Esta producción entre Italia y Argentina se reactualiza con la experiencia aún latente en el público.
Con esa dinámica Temponi hace un film con puesta teatral, con sólo dos personajes en una única locación. En ella transcurre todo el claustrofóbico relato. Claro que para eso necesita de una inteligente y equilibrada performance de sus actores protagonistas, algo que logra Cáceres desde la contención y Yoshimi desde la catarsis, y un inteligente manejo del dispositivo cinematográfico.
Los planos y movimientos de cámara son milimétricamente orquestados, haciendo uso del fuera de campo en todo momento para construir el terror latente. Lo que se muestra y no se muestra será vital para la trama. Para eso también se juega con la fotografía, entre la luz y la oscuridad orbitará el peligro de Sara. Por supuesto se suma la banda sonora y el maquillaje en esta línea.
El Nido es una película inteligente, oscura y sórdida en su esencia. Esta opresión asfixia al espectador y dilata la duración del film innecesariamente, porque si bien dura 90 minutos, al ser una película con elementos mínimos y un clima opresivo, se percibe más larga. Sin embargo, se destaca por hacer un estudio de la neurosis social en la situación de encierro y exponer sus daños colaterales.