La fuerza del corazón: por qué ver el animé japonés "El niño y la bestia"
La elogiada animación japonesa El niño y la bestia es un relato de iniciación conmovedor y necesario, que incita a sacar el lado positivo de las personas.
Que en el contexto de la cartelera comercial se estrene un animé (animación japonesa) como El niño y la bestia es casi un milagro. No debería pasar inadvertido. Las películas necesarias son las que dan batalla al estado de las cosas, las que vienen a proponer un mensaje de amor en un mundo dominado por el odio.
Los padres de Ren se divorciaron. La madre murió en un accidente. El padre se fue sin dejar rastros. Las cosas no están fáciles para el niño, quien decide escaparse de sus tutores para vivir solo. El odio que siente contra todos es una fuerza que a veces no puede controlar.
Paralelo al mundo de las personas está el mundo de las bestias: Jutengai. Allí irá a parar el joven Ren de casualidad, y allí será adoptado como discípulo por el solitario y marginal Kumatetsu, una de las dos bestias más fuertes del lugar. Kumatetsu tiene de rival a Iozen, la bestia popular. Los dos compiten para ser el heredero del gran maestro, un conejo socrático que está a punto de retirarse para reencarnar en un Dios.
Kumatetsu rebautiza a Ren como Kyuta. Ren no quiere saber nada con que Kumatetsu le enseñe artes marciales. Pero de a poco el niño empieza a seguir los pasos de la bestia. En el fondo son lo mismo. Y no sólo es el alumno el que empieza a mejorar sino también el maestro. Ya adolescente, Kyuta vuelve a su mundo y conoce a Kaede, una joven estudiosa de la que se enamora. Luego llega el surgimiento del enemigo y una lectura acertada de Moby-Dick.
Dirigida por el aclamado director Mamoru Hosoda (La chica que saltaba a través del tiempo), El niño y la bestia es una película de iniciación, que incluye de manera secreta lo esencial de la filosofía nipona (con la búsqueda interior como brújula que orienta la aventura del personaje principal) y que toca diversos temas, como el de la soledad, el amor, la amistad, el perdón.
El filme atrapa desde el primer momento y es imposible no involucrarse con el crecimiento espiritual y físico de Ren. Tiene secuencias refulgentes (como cuando aparece la ballena gigante en el medio de Tokio) y personajes adorables (todos tratados con el mismo respeto y cariño). El niño y la bestia es una joya cargada de humanidad, que enseña que la bondad es el único antídoto contra todos los males de este mundo.