¿Qué pasaría si David Crane y Marta Kauffman decidieran hacer una película remake de su exitosa serie Friends pero en lugar de Manhattan situarla en Paris? La respuesta a esa delirante pregunta es el estreno de El nombre.
Este genial film de Alexandre de La Patellière y Matthieu Delaporte, basada en su propia obra de teatro, tiene muchas similitudes con el famoso show televisivo que cautivó a millones a lo largo de una década, la diferencia es que aquí las escenas dramáticas son un poco más profundas.
Es muy fácil meterse en el mundo propuesto por los directores y en tan solo unos minutos el espectador ya se sentirá cómodo en ese living donde transcurre más del noventa por ciento del film.
De a poco vamos conociendo a cada uno de los personajes, un heterogéneo pero a la vez amalgamado grupo de amigos en sus 30s y 40s.
Es en sus interacciones y química entre todos donde van a surgir las risas y también las reflexiones por parte del público.
El guión no tiene desperdicio y da lecciones de cómo escribir todo tipo de diálogos, desde los más absurdos, con chistes malos y con chistes inteligentes hasta secuencias de revelaciones más complicadas y con muchísimas referencias culturales.
El elenco es formidable y cada personaje está muy bien construido y laburado por los actores.
Vincent (Patrick Bruel), Élisabeth (Valérie Banguigui), Pierre (Charles Berling), Claude (Guillaume de Tonquédec) y Anna (Judith El Zein) logran enganchar con cada una de sus historias de vida y las anécdotas que cuentan a tal punto que salvo por la barrera idiomática uno puede llegar a sentirse ahí dentro, contemplando las charlas y discusiones desde un rincón.
Hay que tener en cuenta que esta película estrenada en Francia el año pasado estuvo entre las más taquilleras incluso recaudando más que The Avengers. Eso sumado al prestigio de los premios obtenidos le terminó de dar un buen posicionamiento internacional.
En definitiva, es una gran oportunidad para ver una muy buena comedia francesa, algo a lo cual el espectador común no está muy acostumbrado. Además, tiene esos elementos de sitcom (a los que si estamos más acostumbrados) que la hacen más fácil de recibir.
Tampoco necesita tanto preámbulo. Si se quiere pasar un buen rato en el cine con una comedia inteligente esta es la oportunidad. A aprovecharla.