Cuestiones de familia
En una reunión con su hermana, su cuñado y un amigo, Vincent (Patrick Bruel) decide contar a todos el nombre que eligió para el hijo que espera con su esposa, Anna (Judith El Zein). El escándalo que desata el nombre elegido será sólo el comienzo de una serie de discusiones en las que saldrán a la luz otros temas que cada uno viene guardando desde hace años.
El filme, que se desarrolla en el marco de esa reunión, plantea una puesta muy simple, sin esforzarse por hacerle olvidar al espectador que está frente a la adaptación de la obra teatral de Matthieu Delaporte (también coguionista y codirector). A excepción de algunos agregados de exteriores, la acción transcurre por completo en un mismo ambiente.
Los diálogos, y por supuesto, las buenas actuaciones que los sostienen, es lo destacable de esta propuesta. Todos los actores mantienen un nivel parejo, naturales y correctos en sus papeles, logran el clima que una reunión de ese tipo tiene que tener.
El tono general es de comedia, aunque no faltan los momentos dramáticos y conmovedores. No es tan divertida como puede parecer en un comienzo, ya que si bien propone líneas ingeniosas, el foco está puesto en la reflexión sobre las relaciones entre personas que se conocen de hace muchos años, y las cosas que se ocultan, siempre pensando en no dañar al otro.
La falla que tiene es que en este paso de la pieza teatral a la obra cinematográfica se perdió algo de agilidad, y así las escenas y las charlas, si bien tienen planteos certeros e interesantes, terminan siendo algo largas y por momentos repetitivas.