Pequeña pero rotunda sorpresa del hijo del escritor y periodista Tomás Eloy Martínez, Blas Eloy Martínez, que en su segundo y autobiográfico film presenta un también pequeño –o no tantopersonaje de la vida cotidiana urbana. Se trata del Oficial Notificador del Poder Judicial, encargado de entregar escritos o cédulas legales a domicilio, oficio esencial pero poco conocido dentro de la maquinaria de la Justicia, hasta que llega el momento en que alguien debe ser notificado de alguna situación irregular dentro de la ley. Un papel que recibirá inexorablemente, aún si se está desarrollando su propio velatorio, como ocurre en una de las primeras y grotescas escenas de una película que revela un submundo rutinario, kafkiano, extraño y también fascinante, como toda realidad oculta que de cuando en cuando revela el cine.
Demandas, despidos, desalojos, sucesiones, entre otras tribulaciones judiciales, llegarán a destino de la mano de Eloy, alter ego del realizador, quien se involucrará en historias dolorosas, insólitas, impactantes que lo distraerán irremediablemente de su propia vida, sus sueños y su resquebrajada relación de pareja. El fenomenal Ignacio Toselli, tras su notable protagónico en Buena Vida delivery y su brillante rol en Días de vinilo, descolla aquí como el obsesivo, alienado y frágil protagonista, pieza determinante para ver sin vueltas este modesto pero estupendo film nacional.