Tiene algunos momentos hilarantes, pero en realidad, bien mirado, es un capítulo de Los Simpson donde Homero es Dios y Lisa, su hija. Piense en eso y tendrá más o menos todo el tono de la película, que cuenta qué pasa en el mundo cuando la hija enojada de la divinidad (un idiota que vive en un edificio horrible de Bruselas) decide contarle a todo el mundo cuál es la fecha de muerte de cada uno. Una película nada ofensiva, dicho sea de paso, y quizás eso sea lo que le quita fuerza.