Entre la cantidad de veces que Dios fue llevado al cine, la primera de estas que asalta la memoria inmediatamente podría ser Bruce Almighty (2003). Aquí se enseñaban las responsabilidades del propio Dios y demostraba que ser él no era nada sencillo, y quizás esta resultaba ser la moraleja misma del film. Le Tout Nouveau Testament, el film de gran recorrido en festivales que Bélgica ha elegido para competir en los Oscar, parte de la misma premisa pero con un tenor y desarrollo diametralmente opuesto. Dios no es empleado de un mostrador. Pero desde su hogar atemporal trabaja con toda furia para que el mundo sea un lugar peor.
Dios es cínico, inconformista, cruel. Vive con su esposa e hija. Pero esto es solo una excusa para que Jaco Van Dormael, el director del film, exponga el verdadero drama del relato: las condiciones de existencia de la propia vida, la espera fatal por la muerte inevitable. Porque el problema surge cuando Ea (Pili Groyne) se insubordina contra Dios, su propio padre, y revela a todas las personas que componen la humanidad la fecha y momento exacto de su muerte. Aquí es el momento en que el film cobra la espesura más profunda; Ea, en su recorrido por la Tierra conoce diferentes personas y diferentes maneras de afrontar la muerte. ¿Cómo se vive una vida de la cual se conoce el final? Ese es el verdadero drama. Los conflictos de ser Dios, la comedia, el chiste.
La acidez y el histrionismo de las situaciones que se suceden y que tiñen la generalidad de la narración, son el aporte adecuado y necesario para que el mismo no sea una intercalación heterogénea e inorgánica entre tragedia y comedia; a la vez que evitan esos golpes bajos que pueden provocar las tristes vidas de las personas que Ea conocerá en la Tierra.
Entre los vastos recursos utilizados hay uno que logra un carácter atemporal e intimista. Los seis discípulos de Ea se encargan de desligarse de la trama para interpelar a un espectador que de pronto se encuentra identificado con un sentimiento miserable que envuelve la vida de estos personajes. De esta manera queda más abiertamente manifestada la pregunta inicial y justifica las acciones de los personajes.
Jugar con la figura de Dios en una forma más palpable da el pie para las situaciones más absurdas y exageradas que, no obstante, dejan intacto el grado de verosimilitud que nos mueve hacia dentro de la historia por momentos y nos distancia por otros. Es por esto que las acciones más cuestionadas por la ética resultan en un humor tan incómodo y disfrutable en simultáneo, sumado al patetismo característico de estos individuos.
El film, igualmente, no se olvida de la trama que da lugar a toda esta interrogación, la que involucra a Dios y Ea, pero es evidente que esta pasa a segundo plano con una resolución simple y que contrasta levemente con la oscuridad que se venía tratando.
Dios es casi un ser humano más, sino peor porque es todopoderoso. Saber el momento exacto en que la muerte toca la puerta, es lo que le da el poder. Una vida azarosa regida por el miedo es de pronto una puerta hacia el vivir de la forma más preferible posible, un renacimiento hacia la verdadera felicidad. Y en un estilo tan extraño y ambiguo como el de Le Tout Nouveau Testament queda claro que, cuando Dios pierde el poder, la segunda opción depende de cada uno.