Un hombre redimido
A diferencia de lo que aparenta a simple vista, El ocaso de un asesino (The american, 2010) no es un thriller ni un film de acción sino un relato intimista acerca de un asesino a sueldo que busca dejar la profesión. George Clooney interpreta al asesino en cuestión que padece de paranoia a convertirse en blanco del próximo encargo. La historia del asesino redimido ya fue contada varias veces en la historia del cine y ésta no es la excepción que escape a los lugares comunes del subgénero.
Jack (George Clooney) termina un trabajo en Suecia en el que casi pierde su vida. A razón de ello repiensa su situación y se recluta en un pueblito italiano aislado en la montaña. Su vida solitaria será breve debido a que pronto trazará lazos afectivos con el cura del pueblo y una prostituta de buen corazón. En esta historia de pecadores que buscan la redención será difícil para Jack desarrollar su última misión.
Varios son los ejemplos de películas sobre personajes redimidos que deciden dejar toda una vida de pecado para volcarse a la “senda del bien”. Jean Renno en El perfecto asesino (The professional, 1994), Silvestre Stallone en Asesinos (Assassins, 1995) o Robert De Niro en Fuego contra Fuego (Heat, 1995).
Lo cierto es que más allá de la variedad de géneros entre los ejemplos mencionados, lo que si hay en común son los lugares frecuentes que atraviesa el personaje redimido. Son todos hombres solitarios, que realizan una actividad individualista como armar y desarmar su el arma, tienen carácter paciente, movimientos lentos, son inexpresivos corporalmente, tienen pocos gestos y menos palabras. Sus problemas laborales comienzan cuando trazan lazos afectivos con otra persona, siendo ésta por la que sacrificarían su profesión. El dilema pasa por si aún están a tiempo de cambiar o ya es demasiado tarde.
Todos estos lugares comunes repite el personaje de George Clooney en El ocaso de un asesino. Sin embargo podemos destacar en el film el importante y trascendente papel que juega la religión. Estamos en un pueblo italiano, lugar católico si los hay. El cura del sitio conoce a todos los habitantes y sus secretos, incluso él mismo tiene secretos que contar. Clooney interpreta en este contexto a un pecador y se relaciona con una prostituta (otra pecadora) que buscan redimirse. La culpa, el castigo divino y el ajuste de cuentas adquieren valores bíblicos, sobre todo en el Vía Crucis final.
El actor de Michael Clayton (2007) trabaja su personaje desde la contención, método prejuiciosamente adjudicado a los buenos actores, y con eso le alcanza para transmitir su angustia interna. El ritmo del film pausado y con movimientos de cámara lentos destacan la sensación de ocaso (como bien su título argentino lo dice) que vive el protagonista.
El ocaso de un asesino culmina siendo una película previsible por transitar todos los lugares habituales del subgénero aunque igualmente correcta. No será un film memorable -jamás a la altura de Escondidos en Brujas (In Bruges, 2008)- pero que cumple con el objetivo planteado: transitar el camino a la redención.