Hay una eterna lucha en la sociedad, una disputa entre clases que difícilmente llegue a zanjarse algún día. Observando todo “críticamente” está la clase intelectual que no puede sino mirar a la sociedad desde el afuera, y no intenta ubicarse desde un igual para comprender al ser diario, a la matriz común del pueblo.
Desde ese punto de vista se presenta El Olimpo Vacío, documental ensayo sobre la vida y presencia del ensayista Juan José Sebrelli que este año tuvo un interesante paso por la última edición del BAFICI. Los directores Pablo Racioppi y Carolina Azzi hacen lo usual en este tipo de trabajos basados en una personalidad actual y cercana, cuentan algo de su vida, lo contextualizan, siguen al personaje en su vida diaria; y además suman reportajes a gente relacionada, y profundizan en los temas fundamentales de la obra del autor. Sebrelli basó gran parte de sus escritos a lo que él llama “ideas desmitificadoras”, básicamente derribar uno por uno los mitos de la cultura popular argentina; y en eso se centra El Olimpo Vacío.
Su día a día, los viajes por el mundo que hace para dar conferencias, su presente y su pasado, y la mucha gente que hable de él, se mezclan con teorías sobre cuatro personalidades, Carlos Gardel, Evita, El Che, y Maradona; cuatro seres de puntos y mundos diferentes pero que confluyen en ser convertidos mitos por el pueblo, y eso es lo que Sebrelli, como en una disertación, tratará de contradecir, por supuesto, no se ahorrará los paralelismos con los tiempos actuales que atraviesa el país, y construirá una áspera visión política; sí, antes que nada, El Olimpo Vacío es un film político.
Personaje polémico, a cualquiera puede caerle bien o mal, no es para las medias tintas; pero algo hay que dejar en claro, este documental lo ama. Racioppi y Azzi construyeron un trabajo correcto, formal, ágil, y hasta en algún punto intenta ser divertido; nada puede reprochársele desde lo técnico o desde la fluidez de la narración, aunque tampoco se destacará de un promedio.
Pero también hablamos de un film subjetivo, y bienvenido que así sea, El Olimpo Vacío utiliza todas las armas a su disposición para darle la razón a su homenajeado, se valdrá de todo tipo de archivo y testimonios, expondrá las palabras del ensayista con un énfasis enorme y un tono entre jocoso y burlón. A su favor pareciera contar que se escuchan las voces de algunos detractores como Víctor Hugo Morales y Eduardo Cafiero; pero ojo, que el mismo documental pondrá una mirada de descrédito y hasta de burla sobre ellos, y este quizás sea el único punto de reproche.
El Olimpo Vacío condescendiende con la idea de una intelectualidad por encima de todo, que puede mirar desde la elevación, y si ese es el enfoque del espectador aquí se encontrará en su punto justo; un consejo para el posible disfrute es no tener un mínimo cariño hacia ninguno de los cuatro personajes nombrados anteriormente. Para el resto, cabe la advertencia de cierta irritabilidad, lo cual es lógico y entendible tanto de un lado como del otro. Sebrelli entiende que el pueblo crea estos seres endiosados para un beneplácito propio, que estos mitos populares solamente adormecen a la población, de ahí que es preferible un Olimpo vacío; afortunadamente, el documental lo comprende y en ningún momento busca una falsa objetividad, el target de público queda definido desde el propio homenajeado, quienes no estén a su alcance, abstenerse.