Caótica, pero encantadora
El prólogo de este primer largometraje de Peter Ramsey está ambientado hace 300 años y nos presenta la historia (el misterio) de Jack Frost, un niño fantasma con tantos traumas como poderes sobrenaturales: puede volar, contactarse con los muertos que pululan por todas partes y hasta congelar todo lo que quiere.
Ya en la actualidad, Jack Frost se unirá a varios otros personajes (desde Papá Noel hasta el Conejo de Pascuas, pasando por un enigmático y querible personaje como Sandman, hadas y gnomos) y este joven protagonista deberá vencer obstáculos externos y dificultades propias hasta definir si puede sumarse o no a los guardianes del título y, así, podrá ayudar a salvar las Pascuas y la Navidad -y la inocencia infantil- ante la cada vez más poderosa amenaza del tenebroso Pitch Black (un malvado con no pocos puntos en común con el Voldemort de la saga de Harry Potter).
Lo primero que hay que decir es que el trabajo de animación en 3D es notable, que la película está llena de momentos de gran inspiración y belleza. Sin embargo, si uno escarba un poco en esa superficie de movimientos fluidos, de hermosos colores y texturas, la narración en sí se torna un poco caótica y tortuosa, sobre todo si se piensa en el consumo de los espectadores más pequeños.
El guión de David Lindsay-Abaire -si bien plantea un enfrentamiento clásico entre las fuerzas del Bien y del Mal- superpone demasiados personajes y elementos de distintos mitos, leyendas, tradiciones y fiestas populares. El problema, entonces, es que por momentos queda la sensación de una acumulación antes que de una dosificación y eso provoca que el resultado final no sea del todo convincente. De todas maneras, esta producción animada de DreamWorks tiene un formidable despliegue visual y varios pasajes de creatividad y encanto. Con eso le alcanza (aunque no le sobra demasiado) para convertirse en un digno entretenimiento de animación para toda la familia.