Creer o reventar
La capacidad de los chicos para creer, y para poder hacerle gastar plata a sus padres, ha sido el sustento por décadas de muchas de las festividades repartidas durante el año. Pero en el universo de El Origen de los Guardianes, todo está en peligro por un plan maquiavélico de Pitch Black, una versión anglo del cuco. Un equipo especial a lo SWAT y aggiornado (como en la estrenada hace unas semanas Hotel Transilvania), compuesto por Norte (o Papá Noel, con sus listas de niños buenos y malos tatuadas en los brazos), el Conejo de Pascuas armado con un boomerang, el Hada de los Dientes y Meme el hombre de los sueños -todos bajo el comando del Hombre de la Luna- intentarán salvar a los niños de un destino lleno de pesadillas y miedo. Para ello, reclutarán a Jack Frost, el responsable de la llegada del invierno, que olvidado por los infantes del mundo lleva un par de siglos como paria.
Visualmente impactante, El Origen de los Guardianes es una película de aventuras. De demasiadas aventuras, tal vez. La excelente animación -con humanos llenos de expresión y que no recaen en el uncanny valley (esa instancia que termina causando repulsión, como ocurría en la ya lejana Expreso Polar)- está muy bien aprovechada para las constantes secuencias de acción, llenas de recursos visuales orginales (hay un poco de Fantasía por ahí, eso sí). Pero tanto afán de aventuras, que lleva al público de un desafío a otro por el cual los protagonistas tienen que pasar para vencer al villano, puede generar que sus 97 minutos de duración se sientan como bastante más.
Si bien la mayoría de sus personajes surgen de costumbres y mitos anglosajones, la traslación al mercado latino no presenta mayor problema, salvo por el doblaje. Se pierden no sólo las voces originales de Alec Baldwin como Norte, Chris Pine en el papel de Jack Frost, Isla Fisher haciendo de hada y Jude Law interpretando a Pitch Black; si no que en el camino quedan varios chistes, como la chicana de Frost al Conejo de Pascuas, al que lo confunde con un canguro (y que está interpretado por el australianísimo Hugh Jackman). Las risas quedan reservadas para el humor físico a cargo de los duendes de Norte y los Yetis (que en esta versión son los verdaderos encargados de armar los juguetes de Navidad).
El film basado en una novela de William Joyce (quien ya incursionó en la animación con The Fantastic Books of Mr. Morris Lessmore, que ganó el Oscar a Mejor Corto Animado) y dirigido por Peter Ramsey (veterano del storyboard) permite disfrutar los momentos concebidos espectacularmente para el 3D, pero la historia en sí no pasa de los tópicos clásicos del cine infantil; en este caso no dejarse vencer por el miedo y aprender a trabajar en equipo. A cargo de la producción ejecutiva estuvo Guillermo Del Toro, y por ahí resurge la obsesión del director/productor con los pozos, lo subterráneo y lo que allí habita, como ya lo exploraba en el Laberinto del Fauno, Mimic, El Espinazo del Diablo y su producción de No Temas a la Oscuridad.