Vivir soñando o soñando vivir
Esta superproducción que recaudó más de sesenta y dos millones de dólares en su estreno en Estados Unidos, reúne a una excelente historia, sorprendentes efectos visuales y convincentes actuaciones, pero sobre todo, consagra a Christopher Nolan como uno de los directores mas creativos e interesantes, capaz de combinar en un thriller la dosis justa de acción, suspenso, drama, romance, ciencia ficción y espionaje para incursionar en las más oscuras obsesiones, preocupaciones y secretos de la mente humana.
Al igual que en todas sus producciones anteriores, Christopher Nolan vuelve a demostrar su fascinación por la psique humana y un obsesivo desarrollo de la psicología de sus personajes, que en esta oportunidad nos invita a conocer a través de los sueños.
Desde Following, su primera película, pasando por Memento, Noches Blancas, El gran truco hasta Batman Inicia (2005) y Batman: el caballero de la noche (2008), Nolan viene exponiendo una original tesis sobre la mente humana, donde la obsesión y paranoia en la primera; la memoria, el inconciente y la culpa en la segunda; la insomnia en la tercera; el engaño en la cuarta y los miedos y la conciencia moral en las dos ultimas, conforman un abanico temático que se hace presente en El origen, su proyecto más personal cuyo guión desarrolló por casi diez años.
Si Memento nos sorprendió con una compleja narrativa no lineal donde los saltos en el tiempo y los flashbacks son una constante, El origen nos propone, como en un juego de cajas chinas, sumergirnos en el mundo de los sueños y contarnos una historia donde el robo de la propiedad intelectual se hace posible a través de los sueños.
Dom Cobb ((Leonardo Di Caprio), es el mejor espía corporativo cuya virtud reside en apropiarse de los secretos del subconsciente mientras sus victimas sueñan.
Fugitivo internacional y anhelando volver a su antigua vida, tiene la oportunidad justa cuando un magnate japonés Saito (Ken Watanabe) lo contrata para una misión que lo lleva a un nuevo desafío, la Incepción, que consiste en implantar una idea en el subconsciente en lugar de sustraerla.
Pero todo se complica cuando Cobb enfrente sus secretos y el fantasma de Mal (Marion Cotillard), sensual y sospechosamente angelical que cual femme fatal en el film noir, conducen al héroe a su perdición.
El excelente guión se ve plasmado en una compleja estructura narrativa, que cual pieza de relojería, desarrolla en forma lineal y fluidamente cuatro hilos narrativos paralelos (un sueño dentro de un sueño dentro de un sueño), dosificando inteligentemente la información y jugando con la mente del espectador pero sin que este pierda la trama.
Durante la primera hora se establecen las reglas del juego, se definen los roles y se exponen algunos secretos y se detalla la misión para luego dar rienda suelta a la acción y el suspenso.
Al igual que Memento, el film requiere el cien por cien de atención. ya que los continuos cambios de ritmo y los giros inesperados pueden hacernos perder el camino. Las casi dos horas y media que dura el film puede volverse en contra y provocar en el espectador cierta fatiga en su atención que por momentos lo haga dudar cuantos sueños vemos realmente, o en que nivel estábamos (pregunta que en cierto momento de la trama lanza, a manera de gags, la arquitecta (Ellen Page) al grupo y que pareciera estar preguntándonos a nosotros espectadores si estamos entendiendo).
A la hora de los efectos visuales El origen corre con ventaja si consideramos que en el mundo de los sueños todo es posible, sin embargo, las espectaculares secuencias con imágenes surrealistas como la de un viejo tren yendo a gran velocidad por el carril central de una avenida, personajes peleando en gravedad cero cual efecto Matrix, o armar y desarmar cual Rasti (o Lego para los mas jóvenes) la ciudad de París, nunca pasan a primer plano ni distraen el desarrollo de la historia.
La estilizada y fría fotografía y arte logran desarrollar una atmósfera onírica y tecnológica al mismo tiempo que se complementan con la excelente banda sonora de Hans Zimmer que regula a la perfección los diferentes momentos de acción, suspenso y drama.
La sólida actuación de Di Caprio, cuyo personaje tiene varias similitudes con el que interpreto en La isla siniestra, es acompañada por las buenas actuaciones de Ellen Page (la nueva arquitecta de los sueños), Joseph Gordon-Levitt, Tom Hardy, Dileep Rao y la breve y poco significativa aparición de Murphy, Pete Postlewhite, Tom Berenger y Michael Caine cuyos personajes no tienen un desarrollo interesante y slo sirven a la sucesión y transformación de los acontecimientos que componen la trama.
Es indudable la multiplicidad de referencias que El origen toma o sugiere vaya a saber si a modo de homenaje o simple inspiración; De Matrix (los mundos paralelos, la arquitecta, el súper slow motion), Sueños de un Asesino, La Isla Siniestra, la psicología Freudiana, los film de James Bond (de los que Nolan es fanático), Misión: imposible (un grupo de especialistas embaucados en una misión casi irrealizable), Minority Report y, por qué no, de Las ruinas circulares o El jardín de senderos que se bifurcan (1944) de Jorge Luis Borges, del cual C. Nolan se declarara en alguna oportunidad ferviente admirador.
Lo cierto es que Nolan nos propone un thriller original, con rasgos de varios géneros y con una buena historia de espionaje que bien podría ambientarse en la guerra fría o en los experimentos hitlerianos de la segunda guerra, pero que en el fondo del subconsciente de su director, mas allá de plantear el implante de ideas a través de los sueños, esta el poder de los vínculos afectivos y el amor.
Tal vez la complejidad de la trama, las demasiadas explicaciones acerca del funcionamiento del sueño, la exhausta y agotadora tarea de prestar atención durante todo el film y el rápido desenlace (en comparación al tiempo demandado para el desarrollo de la trama hasta aquí) generan algunas dudas que conspiran contra el espectador y lo llevan a demandar, como lo hiciera Memento, a futuras revisiones.