Bienvenidos al mundo de los sueños
Para quien guste del cine made in Hollywood de calidad El Origen (Inception, 2010) es su película. Efectos especiales a gran escala y acción por doquier pero sin descuidar la trama, conforman un espectáculo épico digno del mejor Hollywood que podamos apreciar hoy en día. Todo bajo la dirección del director de Batman: El caballero de la noche (The dark knight, 2008).
Un grupo de agentes especiales se dedican a entrar en los pensamientos de sus objetivos (en eso consisten sus misiones) para extraerles de su inconsciente los secretos más ocultos. Di Caprio a la cabeza comanda el equipo dedicado a estas particulares tareas que consisten en dormirse para, mediante los sueños, entrar a las diferentes mentes en cuestión. De esta forma, van entrando en diferentes sueños/mundos unos dentro de otros hasta perder el sentido último del tiempo y el espacio.
El origen -que remite al origen de la idea de una mente- se construye desde la espacialidad. El film intercala diferentes espacios que comprenden cada sueño, creando una trama formalmente innovadora. La película tiene la estructura de un film de espionaje. Se mezclan nombres con espacios de las distintas misiones todo el tiempo. Con el agregado aquí, de los distintos sueños mencionados. Los sueños corresponden cada uno a una capa de la mente (consciente, subconsciente, inconsciente, etc.) saltando espacialmente de uno a otro. Ideal para freudianos.
Este agregado a nivel formal implementa una trama ágil que propone un espectador atento a los cambios continuos. Desde Memento (2000) que Christopher Nolan –quien alcanza popularidad por ese film- no se atrevía a semejante riesgo formal. Bienvenido sea.
Pero El Origen no es sólo eso. Es un film de acción cargado de efectos especiales muy bien logrados, que agigantan la espectacularidad visual de la película. La escena de lucha a golpe de puño mientras la camioneta vuelca es impecable, por mencionar alguna. El montaje alternado de sueños con el tiempo diluyéndose para alcanzar los objetivos, impacta tanto como los vericuetos que la trama pueda tener. Se suma a las virtudes, la edición de sonido que reluce cada detalle a destacar del film.
Quien quiera ser exigente encontrará parecidos a Matrix (1997) en la historia, a un Leonardo Di Caprio con puntos en común a su personaje de La isla siniestra (Shutter island, 2009), y un pequeño guiño de Nolan a sí mismo con la cuestión del sueño. Recordemos que en Noches Blancas (Insomnia, 2002) el personaje de Al Pacino sufría porque no podía dormir. En El Origen el caso es radicalmente opuesto, la confusión de Di Caprio viene dada por no poder despertar. Aunque hay que reconocer que ninguna de estas “semejanzas” limitan la calidad por la cual el film de Nolan se destaca de la producción habitual del país del norte.
Grandes actuaciones, escenas que seguramente quedarán en la historia del cine, un ritmo demoledor y una idea atractiva. Ojalá sea el origen de las buenas películas para la industria que, si de entretenimiento se trata, éste es el que en verdad justifica el valor de la entrada.