Primera en recaudaciones en los Estados Unidos, saludada por algún sector de la crítica como film revolucionario, “El origen” es, ni más ni menos, “una de chorros”; ni más ni menos un alambicadísimo plan para robar algo imposible (o colocar algo en un lugar inaccesible, que para el caso es lo mismo). La novedad (sólo conceptual, como se verá) es que los profesionales del caso se dedican al espionaje industrial entrando en la mente de sus víctimas, en lugar de meterse en una bóveda o caja fuerte. Pero como no se trata de un film psicológico que cuestione el estatuto de la realidad (aunque se lo declame, a raíz de la subtrama dramática, al personaje de Leonardo Di Caprio con el fantasma de su mujer, interpretada por Marion Cotillard), después de una hora trabajosa aderezada por escenas de gran despliegue visual –un poco fatuo–, accedemos a lo que no es más que un film común de acción y suspenso. En ese sentido, el logro más audaz es manejar tres secuencias de suspenso, una dentro de la otra. El realizador Christopher Nolan, que logró una gran película con “Batman-El caballero de la noche”, pero intenta trucos narrativos desde “Memento”, nuevamente se deja llevar por el diseño en lugar de conmovernos con los personajes. El resultado es un trivial aunque entretenido episodio de “Misión: Imposible” contado con muchos (en ocasiones demasiados) millones de dólares. Podría haber sido, sí, más compleja –varios hilos narrativos apuntan hacia allí– pero en definitiva Nolan está más preocupado porque todo quede muy claro y por que se vea en pantalla el presupuesto. Si lo único que desea es un par de horas entretenidas –aunque la primera tenga demasiado diálogo–, es lo que hay.