El sueño del pibe
En el inicio de esta temporada 2010, mucho se habló respecto a la revolución que plantearía la última cinta de James Cameron, Avatar. A casi 8 meses de su estreno y con opiniones bastante encontradas, algunos se sintieron defraudados por la simplicidad en la historia que ofreció el director de Titanic, a cambio del regodeo visual.
Sin embargo, nadie suponía que en este mismo año sería otro el título que iba a sacudir de manera tan notoria las formas de contar una historia dentro del mainstream hollywoodense. Y El origen, de Cristopher Nolan, lo hace.
Si David Lynch es el artista rebelde que siempre se sale con la suya desde lo narrativo, este Nolan es el alumno destacado de la clase, que lleva los convencionalismos hacia un nuevo lugar y termina realizando su obra más personal.
El director de Memento, Noches blancas, El gran truco y la saga de Batman (Inicia y El caballero de la noche) ofrece con El origen un título complejo, de difícil seguimiento y que exige la mayor atención del espectador; pero a su vez conforma un thriller psicológico atrapante, con un desarrollo visual inquietante y una historia que, seguramente, generará más de un debate.
En la pantalla, vemos cómo el agente Cobb (Leonardo Di Caprio) es capaz de invadir los sueños de las personas para extraer información. Ante el pedido de un magnate (Ken Watanabe), deberá realizar una última misión junto a su equipo (Ellen Page, Joseph Gordon-Levitt, Tom Hardy y Dileep Rao) no esta vez para sacar datos, sino para introducirlos.
Con este título, pareciera que Nolan intenta demostrar su (cada vez más extenuante) capacidad narrativa y que, a pesar de haber dado forma a esa excelente segunda parte de Batman, no ha perdido el toque en otros géneros. No importan los lugares comunes de Hollywood, él es definitivamente un artista distinto.
A pesar de lo que se diga, el mundo que conforma el director con sus 200 millones de dólares de presupuesto, lleva la marca Nolan. La inconfundible música de Hans Zimmer y los climas que componen este título, mezcla de teorías psicológicas, apabullantes escenas de acción, drama romántico y ciencia ficción, forman un combo que, ahora, se convierten en un desafío para el espectador.
Es muy probable que el film dé que hablar por mucho tiempo. No por su esperable éxito en taquilla; sino porque, al igual que sus personajes, la película logra meterse en nuestras mentes y deambular para que (tal vez agobiante, tal vez inútilmente) intentemos descifrarla.
Como público, desde la butaca se tendrá el desafío de seguir las múltiples capas de esta –por qué no- historia coral, que a su vez se transforma en casi tres horas de cine en su estado más puro. No importa ya las referencias, ni los homenajes. Nolan demuestra que, actualmente, es uno de los directores contemporáneos más importantes que tiene la industria norteamericana. Y El origen está a la altura de su autor.