Aquello que la trilogía Matrix apenas alcanzaba a esbozar en un guión dotado de fisuras y baches narrativos, que terminaron dilapidándose en un conjunto de buenas ideas sin sustancia, encuentran por fin en El Origen un camino adecuado para desarrollarse gracias al talento y la inteligencia de Nolan; aumentan en nivel de complejidad al subir la apuesta sobre las posibilidades de crear un producto que atienda a todos los públicos posibles, desde los más complacientes que buscan el mero entretenimiento hasta los más críticos que pretenden profundidad y riesgo. Las capas narrativas manejadas desde un guión meticuloso por donde pasan ideas de la física cuántica en relación a la percepción de la realidad de acuerdo al punto de vista; elementos básicos de la filosofía como el concepto de libre albedrio o libertad, por no sumarle el de relatividad del tiempo, la realidad virtual, el sueño y la vigilia en sus aspectos psicoanalíticos, cognitivos y subjetivos y la introducción de la idea de memoria como un obstáculo, entre otras cosas constituyen un punto de partida –hay otros posibles de acuerdo al nivel de lectura que se busque- lo suficientemente atractivo para que uno no despegue los ojos de la pantalla. Pero como si faltara algo a la propuesta también en El Origen se puede apreciar la conjunción de acción, suspenso, thriller corporativo, drama existencial y película de atraco perfecto en un combo que nunca decae y asume con ingenio, creatividad, grandes actuaciones de Di Caprio y compañía, audacia, las ambiciones que se propone desde el inicio sin traicionar la inteligencia de un espectador exigente.