Un oso famoso
Cuando uno era chico ni había tantos canales ni la franja horaria para los dibujos animados era tan extensa, y ni que decir que nuestros padres jamás nos dejaban permanecer frente a la tele mucho tiempo. Entre las creaciones de la factoría de Hanna-Barbera (Huckleberry Hound, Tiro Loco, Los Picapiedras, Los Supersónicos y algunos más), solía aparecer por allí un oso pardo con cuello, corbata y sombrero, siempre acompañado de un osito más pequeño. Eran Yogi y Bubú. El mayor con sus torpes e insólitas ocurrencias para hacerse de las canastas de alimentos que los visitantes del Parque Jellystone llevaban para sus picnics y el otro procurando inyectar una pizca de razón en semejantes planes que nunca acababan bien. Y el guardaparque Smith enloqueciendo al intentar poner algo de orden. De eso simplemente iba cada programa y de eso se nutre principalmente la película que lleva a la pantalla grande al oso más conocido de la televisión. Claro que con algunos aggiornamientos propios de nuestra época.
El alcalde tiene intereses para su futuro que implican vender terrenos a empresas privadas y con parte de ese dinero entregar un bono a cada habitante y así conseguir los votos necesarios para alcanzar la gobernación. Salvo que la única tierra libre es el Parque que como no da ingresos que lo sustenten por sí solo deberá cerrar y ser vendido para su tala. Yogi, Bubú, Smith y una documentalista ecologista (que se volverá el objeto de amor del guardaparque) unirán fuerzas para que Jellystone se salve. Y en eso se volverá clave una mascota de Bubú que lentamente se tornará de vital importancia.
Con una animación bien lograda y que se amalgama con los actores, un guión sumamente simple y lineal y el recurso del 3D, El oso Yogi es lo que muestra y nada más. Un entretenimiento que echa mano a la comedia, los gags físicos, los chistes inocentes, que algunas veces funcionan (la escena de los fuegos artificiales y, especialmente, la del planeador son muy divertidas) y otras muchas se quedan a mitad de camino. Si bien la risa nos iguala con ese niño que fuimos, jamás es posible regresar al tiempo que fue. Y esta película de alguna manera es otra prueba de ello.