El Otro Hermano: La nueva, violenta y corrupta ficción de Adrián Caetano.
El director uruguayo vuelve a la ficción después de casi cinco años, escudado con un gran elenco y dando como resultado una tétrica y tensionante adaptación de la novela “Bajo este sol tremendo“, que seguramente dará que hablar.
No es fácil adaptar bien una novela. La cantidad de personajes y las profundas descripciones son las principales razones por las que la práctica usual al encarar una adaptación literaria es simplemente el recortar contenido. Todos hemos escuchado alguna vez a alguien decir que un libro los “atrapa” y “transporta” mucho más que ver una película, se refieren a cosas como estas. Si una producción no le dedica especial dedicación a la preparación de una locación en una película, a crear más que simplemente un punto geográfico, jamás podrá ser rival para media carilla de minuciosa y detallada descripción. Por suerte hay ocasiones en que las cosas se hacen bien.
El uso de la gran banda sonora compuesta por Iván Wyszogrod, y todo el manejo del sonido en general (resulta imposible separar algunas piezas de los ladridos de perro que casi siempre las acompañaban) fueron los que mayormente conspiraron para crear un ambiente tenso, familiar, desgastado, tétrico y peligroso; junto a la fotografía de Julián Apezteguia formaron una alianza que reforzaba cada locación con una personalidad y carácter que enriquecían las desgracias que allí tenían lugar.
Esas son herramientas usuales en el buen cine, cuya cooperación funciona de gran manera en esta producción, pero también se pueden apreciar herramientas no tradicionales aplicadas con gran efectividad. La transpiración es una constante en todos los personajes, especialmente en el de Daniel Hendler, transmitiéndonos lo desacostumbrado que está al clima del pueblito de Lapachito después de muchos años viviendo en Buenos Aires. Un recurso más que apropiado si tenemos en cuenta el nombre de la novela en la que se basa el film: “Bajo este sol tremendo”.
Aun viendo esta película en un televisor de los viejos que ya va perdiendo definición y color, y aun si uno no logra encontrar el control remoto para sacarle el mute al mismo, el sudor que constantemente empapa toda la historia transpira lo suficiente como para transportarte al Chaco, al lado de sus personajes. Detalles como esta transpiración, y un detallista trabajo de producción y del departamento de arte, logran imbuir a El Otro Hermano de esa cualidad literaria que tantas adaptaciones no logran (o ni se molestan) obtener.
Pero una película no puede vivir de detalles, y por suerte esta ni lo intenta. Ninguna de las actuaciones desentona con el resto, todo el elenco realiza una labor destacable. Hendler nos muestra, una vez más, que es un muy valioso colaborador cuando se lo encaja en un papel y guion que le van justo. A riesgo de que se tome como una falta de respeto, debo decir que siempre está seleccionado de gran manera y muy bien utilizado en casi todos sus papeles. El poco tiempo en pantalla que disfrutamos de la sufrida actuación de Ángela Molina y del doloroso pasaje de Alejandra Flechner por el film, es indirectamente proporcional a la fuerza y cuerpo que logran darle a sus personajes.
Por su parte, es Leonardo Sbaraglia quien termina llevándose todos los flashes, lográ invocar un personaje que se balancea entre lo caricaturesco, grotesco, temible y entretenido. Creo que esa última es la palabra justa, puedo imaginar alguna discusión sobre qué tan “buena” (muy buena) y meritoria (muy meritoria) es su actuación pero lo que resulta innegable es que es una performance y un personaje increíblemente entretenidos.
El crédito por el resultado final debe repartirse entre el mismo Sbaraglia, la dirección, el guion y elementos tan faltos de reconocimiento como el de vestuario y maquillaje. Podría incluso llegar a decir que aún si lo único que se modificara fuese este personaje, todos los aspectos tan bien realizados que tiene el film no serían suficientes para lograr una cinta tan atrapante y cautivante cómo la que el director uruguayo nos trae en esta ocasión.
El encargado de la dirección, el guion (junto a Nora Mazzitelli) y el encuadre de la película, Israel Adrián Caetano, usualmente nos trae trabajos que resultan una bocanada de aire fresco. Los cineastas tan técnicos y visuales como el oriental no abundan en la actualidad de nuestro continente, y menos con una carrera tan extensa e interesante como la suya.
Los personajes de Sbaraglia y Hendler son antagonistas y colaboradores, conspiradores que cooperan en sus planes y objetivos de la manera más destructiva posible. Incluso el pueblo no termina siendo solamente un personaje, sino también una víctima de las circunstancias y del accionar de nuestros protagonistas. Es mi parecer, que el “hermano” al que mejor podría referir el título, es quizás la mayor victima de todas las que se ven en pantalla: como puede uno ser más “el otro” que siendo algo incompleto, secundario y falto de respeto: Alian Devetac nos muestra a un ser abatido, con un accionar tan ausente como lamentable. Le da tortuosa vida al otro hermano, nacido de criminales y atrapado con ellos.
Muchos se apuran a encasillar la película como un western, pero en esta historia aunque hay horizonte no hay final, aunque hay protagonistas no hay héroes y absolutamente todos los personajes están tan manchados como el resto. La empatía no es fácil de manejar en El Otro Hermano, y en el final uno termina inclinándose por el que más parece sufrir sus manchas.
En definitiva, esta producción logra un gran equilibrio entre el entretenimiento, una tensión atrapante y una intriga que no nos permite ceder ante la tentación de perder unos minutos yendo al baño. Verdaderamente es el resultado de un grupo de profesionales y artistas que colaboran para que los elementos que cada uno aporta conspiren para crear una experiencia enriquecedora, que no sólo resulta una gran alternativa para disfrutar casi dos horas de escapismo, sino también propone un diálogo posterior que seguramente más de uno esté dispuesto a comenzar. No se van a arrepentir, muy recomendable.