Fuera del mundo
Como hacer para realizar un filme con humor serio sobre una situación trágica por la que atraviesa un personaje en representación de muchos otros.
La estética establecida por el director finlandés, a través de su filmografía, parecería ser la respuesta.
El autor de “El Puerto” (2011) y “El hombre sin pasado” (2002), entre otras, retorna con una fabula centrada en esos personajes a los que apela para enfrentarnos a situaciones a las que la mayoría le da / damos la espalda.
Dos personajes con vidas alejadas, ni en paralelo, terminan por cruzarse y, como sucede siempre, una vida modifica algo de la otra, y es en forma reciproca.
En su segunda incursión sobre le tema de los refugiados lo hace con toda la solemnidad a la que nos tiene habituado, por un lado, desde la conformación, presentación, desarrollo y acciones de sus personajes coterráneos, utilizando ese mismo ceremonial como herramienta satírica de la sociedad a la que pertenece. Por otro, la misma queda plasmada en la elección estética que se impone: la sequedad de las imágenes, los cortes y recortes de los planos, que permiten ver más allá de lo relatado, así puede verse varias veces una fotografía de Jimmy Hendrix, el músico de raza negra, considerado como uno de los grandes innovadores del Rock, y simultáneamente aparecen músicos sexagenarios tratando de sobrevivir con su arte.
Esos espacios musicales funcionan como aplacamiento de las rupturas y de la violencia que narra, la social, política, gubernamental, pero que muestra desde el mismo registro con que nos cuenta.
La dirección de arte vuelve a ser austera, mínima, como las historias, en tanto que la dirección de fotografía con colores pasteles, sin demasiado brillo y tonos fríos, distantes. Nada es azaroso.
Un vendedor de camisas, dentro de un matrimonio muerto sin certificado de defunción, decide cambiar de vida, y con el capital que supone la venta total de sus pertenecías, y algo de habilidad en el póker, termina comprando un restaurante caído también en desgracia. De manera paralela nos muestra la vida de un ciudadano sirio escapándose de los horrores de la guerra, para llegar a Finlandia como polizón, en un barco de carga.
La situación y la imagen es negra por donde se la quiera ver, esto dicho tratando de equipara las sutilizas que usa el mismo director. Ambos hilos narrativos terminaran uniéndose, esto es evidente y no quiere ser ocultado en ningún momento, tampoco se muestra como un filme con ímpetu moralista, pero algo de eso se siente.
Ya que los temas en los que incurre y recurre son el amor, la amistad, la honestidad, la solidaridad, la tolerancia y su reverso, etc. Todos netamente humanos, sin dejar de lado ese humor que lo caracteriza por casi caricaturesco de la humanidad.
(*) Realizada por Giuseppe Piccioni, en 1999.