El Otro Lado de la Esperanza: Refugiarse en una comedia finlandesa.
Aún dentro de las inusuales propuestas europeas, “El Otro Lado de la Esperanza” del maestro finlandes Aki Kaurismäki nos presenta con algo de lo más peculiar que podramos ver en cines este año.
Aki Kaurismäki.
A algunos les sonara como un trabalenguas, a otros como un nombre falso inventado al pasar, pero para los conocedores del cine europeo se trata de uno de los nombres de excelencia más particulares del mundillo de festivales. Todos estamos familiarizados con ese tipo de películas que son “para ver en casa” o “para mirar en el cine“, pero hay otras categorías en las que encasillar trabajos como los que realiza este cineasta galardonado en Cannes y Berlin, que supo rechazar en dos ocasiones distintas nominaciones al Oscar.
Con total control sobre sus proyectos, ejerciendo siempre tanto de director como de guionista e incluso llegando a por ejemplo diseñar los sets, todas sus películas tienen rasgos inconfundibles que como autor logra plasma en cada uno de sus trabajos. Tan homogénea es su filmografía que puede hablarse en general como en particular casi sin distinción alguna, es lo mismo charlar esta última cinta como todas sus anteriores a la vez. Quizás la manera más concreta de describirlo es diciendo simplemente que Aki Kaurismäki hace las comedias más dramáticas realizadas por actores que tratan de transmitir la menor emoción posible.
Tal vez no sea claro hasta no ver uno de sus films, pero a pesar de todo lo dicho hasta ahora sus comedias distan muchísimo de las que estamos acostumbrados, especialmente las norteamericanas. Mucho más cinemático que cualquier comedia yankee, con fotografía y dirección de arte de un nivel que no suele ir de la mano con el género. No se preocupa por llenar las escenas de chistes, sino que estos surgen naturalmente dentro de un relato que, con toques caricaturescos, siempre apunta a las conexiones humanas.
El Otro Lado de la Esperanza es una fábula sobre los cambios y los nuevos comienzos: un hombre deja a su esposa mientras otro se baja misteriosamente de un barco recién llegado. Drama y humor se entrelazan tanto como la vida de ambos protagonistas. Por un lado la fría y pálida vida que empieza un refugiado que llega de polizón a tierras finlandesas, y por el otro el volver a empezar de un viejo vendedor de camisas con el sueño de abrir un restaurante en el que hay más risas que dificultades.
Un relato es inherentemente cómico mientras el otro puro dramatismo, lo que no significa que cada uno no tenga sus matices. Las dos historias en ocasiones se sienten como agua y aceite, y a pesar de un montaje que exuda la experiencia de su director, la estructura del guion no parece llevar el progreso de la película satisfactoriamente luego de un gran comienzo y antes de las resoluciones finales.
Aunque disfrutable, su cine no es para todos. Pero si uno puede apreciar la simpleza y esta dispuesto a probar algo distinto, una película de Aki Kaurismäki es una grata experiencia que es fácil de recomendar.