Vida nueva
Los hermanos Mika y Aki Kaurismäki son sin duda las figuras más importantes y relevantes del cine finlandés de los últimos cuarenta años, ya sea en la realización o la producción cinematográfica a través de la productora Sputnik. En su último film Aki, el más joven y conocido en Argentina por sus films El Hombre sin Pasado (Mies Vailla Menneisyyttä, 2002) y Juha (1999), regresa a la cuestión de la migración de personas, tema de su largometraje anterior El Puerto (Le Havre, 2011) y uno de los tópicos más controvertidos y debatidos en Europa en la actualidad a partir de las oleadas de refugiados de Medio Oriente y África que buscan en los países industrializados escapar de la pobreza y la guerra.
En El Otro Lado de la Esperanza (Toivon Tuolla Puolen, 2017), ganadora del Oso de Plata a la Mejor Dirección en la última edición del Festival Internacional de Cine de Berlín, un inmigrante sirio, Khaled (Sherwan Haji), busca asilo político en Finlandia tras pasar por una odisea increíble en su recorrido sin papeles a través de los territorios europeos, escapando de la violencia sin fin en su ciudad natal Alepo, hoy testigo de la lucha entre las distintas facciones que bajo pretextos políticos, religiosos e ideológicos buscan sembrar el caos para apoderarse de un país devastado y empobrecido.
A través de hermosos primeros planos y escenas con un gran sentido del humor parco y cáustico, Kaurismäki construye dos historias paralelas. Por un lado tenemos al inmigrante sirio que ha perdido a toda su familia en un bombardeo sobre Alepo y busca a su hermana perdida, y por otro a un empresario, Wikström (Sakari Kuosmanen), que busca cambiar de negocio para transformar su vida estancada. En ambas historias el realizador finlandés imprime desde una visión humanista dos mundos opuestos que se cruzan para encontrar un propósito y ayudarse mutuamente a encontrar el camino de la esperanza. Las visiones de ambas sociedades parecen dos hermosas alucinaciones del pasado que se apersonan en el presente para no olvidar que a partir de la construcción del pasado se crea el presente y se prefigura el futuro.
El empresario abandona su negocio de camisas y a su esposa para comprar un restaurante y emprender una metamorfosis en pos de nuevos clientes en una desesperada movida por ganar más dinero y transformar un antro en un establecimiento de comida gourmet. Tras escapar de las autoridades de casi todos los países europeos y cruzar todas las fronteras, Khaled encuentra trabajo, refugio, un hogar y ayuda para buscar a su hermana en el dueño del restaurante.
El film de Kaurismäki se adentra así en la vida de los refugiados, su suplicio, la inseguridad constante, el odio de los grupos fascistas, la simpatía de aquellos que pueden comprender la pérdida total que los refugiados arrastran, las nuevas amistades y el sistema burocrático estatal de asilo que convierte a los humanos en una pieza de un engranaje geopolítico. El film contempla la irrupción de los refugiados en Europa como la llegada de una novedad que enriquece a través de su experiencia, poniendo en primer plano su agradecimiento a una sociedad que ha olvidado su carácter migrante y ha apartado lo inesperado de la ecuación vital. Aquí también dicen presente las dificultades de asimilación, la persecución, la mala paga y los conflictos que surgen de las contradicciones que el abandono forzado del hogar produce.
Con gran sensibilidad y delicadeza, El Otro Lado de la Esperanza crea una historia maravillosa en la que la esperanza y el desencanto se dan la mano para encontrar la belleza en la búsqueda de una salida. En medio de todo esto Aki Kaurismäki introduce escenas inesperadas, diálogos dadaistas y extraordinarios temas de música finlandesa interpretados por músicos locales en bares con un encanto irresistible, y además graba en las imágenes los acordes de un réquiem para la sociedad europea que se amalgama con la nueva realidad que llega como puede con el objetivo de anclarse y coexistir donde sea que encuentre un pequeño espacio.