Kaurismaki y la esperanza
El otro lado de la esperanza , presenta nuevamente ese universo propio que Aki Kaurismaki se dedica a construir a través de su destacada filmografía. Personajes al margen del glamour y el éxito, trabajadores de todos los oficios, vecinos excéntricos y solidarios, perdedores originales, profundos y amigables. Todos ellos navegando en un tiempo nuevo en donde el presente, que emerge a través de las noticias más actuales, puede estar caracterizado con teléfonos a disco, colores y autos de los años 50.
En esta oportunidad, el director finlandés retoma el tema de los refugiados, al igual que en su anterior producción Le Havre. En aquella película un niño africano se convertía en un inmigrante ilegal perseguido, en esta última es un joven refugiado sirio quien atraviesa la historia. En distintas geografías y con distintas nacionalidades, ambas películas denuncian las políticas gubernamentales y rescatan los lazos solidarios de los pueblos. En medio de una situación en Europa donde crece día a día la cantidad de refugiados y emergen políticas racistas, Kaurismaki se propone continuar la batalla por la esperanza, luego del reciente estreno, ya se anuncia otra nueva película sobre el tema para completar así una triología.
El otro lado de la esperanza sucede en su tierra natal Finlandia. Allí llega oculto de polizón en un barco, el joven sirio Khaled, su historia en busca de asilo se cruzará con la de Wikström, un pequeño comerciante local que sortea los obstáculos diarios, económicos y personales.
La familia del joven sirio ha muerto en la guerra, sólo su hermana sobrevivió y se encuentra perdida en algún centro de refugiados. Khaled no descansará hasta encontrarla. El periplo burocrático para obtener un permiso de estadía legal en Finlandia desnuda en cada detalle la frialdad del estado y la solidaridad de quienes sufren sus políticas. A cada paso, pequeños gestos descubren quiénes son estos personajes. Khaled recién llegado y sin nada, no olvidará dejar propinas. Los compañeros del centro de refugiados compartirán teléfonos, dudas y certezas. El solitario y triste pequeño comerciante será quien le brinde techo, comida y trabajo en su desconocido restaurant. Del otro lado, la rutina de los funcionarios negará un permiso porque "en Aleppo ya no hay peligro", mientras explosiones y bombas en los noticieros demostrarán lo contrario.
En la mejor tradición de grandes como Chaplin, la incorporación de elementos de humor en el tratamiento de un tema trágico aporta un acercamiento humano especial y profundo. Los excéntricos empleados del restaurant serán protagonistas de originales gags con solidaridad de clase. La música diegética que aparece en vivo por artistas locales es otro sello del director. Los actores combinan quienes ya son parte de la obra de Kaurismaki como Sakari Kuosmanen en el papel de Wikström junto a nuevas incorporaciones como Sherwan Haji quien interpreta a Khaled, el joven sirio que al igual que en la película, en la vida real también toca el saz.
Con esta película Kaurismaki fue premiado como Mejor Director en el último Festival de Berlín. Recorriendo su filmografía podemos encontrar unas cuantas obras que dan cuenta de su valor, La chica de la fábrica de fósforos, Ariel, El hombre sin pasado, Luces al atardecer o El puerto / Le Havre son algunas de la lista.
En una reciente entrevista el director reflexiona “Karl Marx nunca ha tenido tanta razón como hoy.... Cualquier cosa contra el sistema es legal, porque el sistema es ilegal. Está basado en el capital. Y el capital nunca llega legalmente, el dinero crece gracias a la ilegalidad. Por tanto, estar en contra del capital es moralmente legal. Equilibramos las cosas".
A través de sus historias y personajes, en la forma de narrar que busca una alternativa a los lenguajes que dominan, se puede encontrar también y hasta en absurdos detalles esta misma crítica al sistema. Por medio de la creación de un universo propio Kaurismaki construye una esperanza basada en la solidaridad y crítica de los valores existentes.