La segunda película en competencia oficial de Cannes 2014 centrada en el mundo del cine y, más específicamente, en el universo de las actrices tras la de David Cronenberg, EL OTRO LADO DEL EXITO plantea una suerte de ejercicio complejo que va del cine al teatro, de la verdad a la ficción y, apoyándose en las internas del mundo del espectáculo, habla también de un tema caro tanto a Hollywood como a, bueno, la gente normal: la edad. Más que nada, la nueva película de Olivier Assayas se centra en el paso del tiempo y en cómo una mujer (una actriz, para ser más preciso) lo vive.
Juliette Binoche encarna a María Enders, una muy famosa actriz que ya promedia los 40 y que viaja a Suiza para recibir un premio que le dan a un director recluso que se niega a aparecer en público. Viaja con Val (Kristen Stewart), su asistente personal, quien maneja su agenda. En camino hacia el lugar descubren que el mítico director ha muerto y la situación se vuelve más amarga. En paralelo, a María le han ofrecido actuar en una versión para teatro de una película sobre la relación entre dos mujeres que hizo a los 18 años, pero solo que esta vez la quieren para el otro rol, el de la mujer mayor, ya que la joven será encarnada por Jo-Ann Ellis (Chloe Grace Moretz), un muy joven actriz permanentemente envuelta en escándalos en Hollywood, muy a la manera de Lindsay Lohan.
sils_maria_3María acepta el rol un poco a regañadientes y buena parte de la película se centrará en la estadía de ella y su asistente en una casa en un bello paraje suizo en el que sucede un extraño fenómeno meteorológico que da al filme su título original, “las nubes de Sils Maria”. Allí ensayarán los roles, y los diálogos que mantendrán irán de la “realidad” a la “ficción”, haciendo que la relación entre ellas, de algún modo, imite a la que tendría en la obra de teatro. Así como no siempre se distingue cuando conversan o cuando ensayan, hay una sensación permanente de que tampoco se sabe cuánto de esto es cierto y cuánto es parte de la imaginación o de otra ficción que las envuelve.
La película es compleja en su estructura pero muy clara en su búsqueda temática, ya que tanto las conversaciones entre las dos mujeres (y en las que tienen luego con Moretz y algunos personajes secundarios) siempre giran en torno de la edad, del paso del tiempo y de cómo eso es complejo de manejar en una industria que vive siempre pendiente de “la nueva cara”, de la frescura, del escandalete y la promoción salvaje.
Con Stewart en uno de los roles principales, es imposible no pensar que por momentos es la actriz la que habla y no tanto sus personajes. Curiosamente, su Val es la que mejor se lleva con la idea de que Jo-Ann, a quien Maria no conoce pero le parece muy poco apropiada a juzgar por sus trabajos previos (que vemos, en breves y simpáticos clips paródicos), trabaje con ella. Val considera que esas películas “pochocleras” son más serias de lo que María cree y que Jo-Ann está muy bien en ellas.
silsmariaSu estructura me hizo recordar en parte a los más recientes filmes de Alain Resnais, con sus juegos teatrales, sus actores trabajando en diversos niveles de representación y los diálogos siempre trabajando en el filo del artificio como si todo fuera una puesta de una puesta de una puesta. Assayas deja toda la narrativa en una nebulosa similar al fenómeno meteorológico mencionado, pero lo que sí prioriza –acaso demasiado, ya que todas las conversaciones giran obsesivamente sobre el mismo tema– son las discusiones sobre la edad y cómo soportar el “cambio de guardia”. Para una actriz seria que ronda los 50 implica entender que la escandalosa chiquilina de 20 puede no ser tan boba y mucho más talentosa de lo que parece. Para los que no somos actores, es exactamente lo mismo…
EL OTRO LADO DEL EXITO es un filme dispuesto para el lucimiento de las actrices y en algún punto todas juegan con su circunstancia real. Binoche, con la idea de la respetada y elegante gran dama del cine. Moretz y Stewart, por su parte, se relacionan más claramente con las idas y venidas del estrellato hollywoodense y cómo lograr separar los escándalos de la vida privada y el comportamiento “zarpado” con la realidad de esas jóvenes actrices que, por debajo de esa cáscara, tratan de vencer a su manera al sistema que las levanta y luego descarta con ensayada sistematicidad.