El paso del tiempo nos afecta a todos. Tarde o temprano envejecemos y vamos dejando atrás una parte de lo que fuimos. No hay lección más dura que aprender y menos para los actores, que ven pasar los años pero han quedado inmortalizados para siempre en las películas que filmaron cuando eran jóvenes. La aceptación es uno de los tantos temas que toca Cloud of Sils Maria, el último film de Olivier Assayas que comparte ideas y lugares en común con una compañera de festival, ya que se presentó en Cannes 2014 junto a Maps to the Stars, de David Cronenberg. Mucho más filosófica y menos abrasiva que la del director canadiense, Sils Maria explora a través de la relación de dos mujeres muy diferentes entre sí pero más similares de lo que creen la no muy coherente idea de aferrarse al pasado y no soltarlo.
Asiéndose de un metacomentario delicioso y malicioso a partes iguales, Assayas construye desde un guión propio a Maria Enders, una actriz cuarentona que sobrevive al cenit de su carrera aceptando papeles en proyectos pochocleros de alto vuelo -mención muy subrayada a la saga X-Men de por medio- lejos de sus inicios en el teatro y al cine de autor. Maria sigue muy en contacto con ese papel que la lanzó al estrellato y la noticia de una reimaginación de esa obra no tardará en llegar a sus oídos. Lo que sigue a continuación es una introspección a la carrera de la actriz, una oportunidad para volver al escenario e interpretar a la otra parte de un affaire femenino devastador, un giro en la vida de Maria que no puede y no quiere aceptar ni explorarlo. El tour de force de Juliette Binoche no es menos poderoso ni relevante, ya que la francesa logra captar cada momento y cada sentimiento de Maria con una potencia demoledora. Y si al lado de Binoche se encuentra Kristen Stewart como su contrapartida, el resultado es impresionante.
Hay algo hipnótico y fascinante en la interpretación de Stewart, se mueve como un pez en el agua a través de los cuadros del film, con una soltura impresionante, diametralmente opuesta a vehículos suyos como Twilight. Kristen se asfixia con grandes producciones y los proyectos indies sacan lo mejor de ella. Sin ir más lejos, Assayas la exprime en cada escena, y esa energía escondida le valió a la americana un premio César -los Oscars franceses- como Mejor Actriz secundaria, la segunda vez que un actor estadounidense lo obtiene y la primera que una mujer americana es galardonada con el mismo. No es detalle menor sino todo lo contrario, es una demostración plena que cuando se quiere, se pueden romper barreras y prejuicios.
La relación entre Maria y Valentine, su asistente encarnada por Kristen, poco a poco se va asemejando a la relación malsana y de aristas sexuales que tienen las protagonistas de la obra teatral La serpiente de Manoja, donde alguna vez Maria fue la joven Sigrid y ahora le toca interpretar a la adusta y correcta Helena. Quizás se note demasiado la mano de Assayas de querer difuminar la existencia de la obra con la realidad de Maria y Val cuando ensayan en los hermosos páramos silvestres de Suiza, pero no le quita fuerza ni verdad al poderío actoral que demuestran ambas actrices. A ellas se les une la inesperada Chloë Grace Moretz como la turbulenta Jo-Ann Ellis, una radiografía viviente de esas actrices jóvenes que tienen todo el potencial del mundo pero lo van ahogando poco a poco en alcohol, drogas y escándalos varios. El de Chloë es otro punto a favor del director, que saca a relucir lo mejor de ella desde la primera hasta la última escena.
Assayas se despacha también con una escenografía impactante, donde el ambiente montañesco resulta muy inmersivo y un personaje más en el viaje de estas mujeres, todo filmado con un gran ojo clínico y una hermosura inconmensurable. Apoyar un soberbio estudio de personajes con semejante paisaje es uno de los motivos por el cual Clouds of Sils Maria sobrevuela por sobre cualquier minucia narrativa que se le puede objetar.