Se podría hablar de “El otro lado del éxito” (Francia, Suiza, Alemania, 2014) de Olivier Assayas sin pensar en aquellos melodramas que toman el cine y el teatro como punto de partida para crear una historia profunda, emotiva, sobre los lazos que se forjan mientras se prepara una puesta?
Seguramente la respuesta sea negativa, y menos en un filme que posee un inicio abrumador, en el que Marie (Juliette Binoche) una actriz con gran trayectoria, se dirige hacia un homenaje a un dramaturgo con el que dio sus primeros pasos en la carrera y recibe por parte de Valentine (Kristen Stewart) su asistente, la noticia que éste ha fallecido repentinamente.
En el tren, desesperada, mientras los teléfonos de su ayudante explotan, con pedidos de notas, reclamos de abogados, ex maridos enojados, Marie tiene que asumir la partida de su mentor en medio del profundo dolor que le genera la confirmación de su propia mortalidad.
Pero mientras viaja, y antes de llegar al lugar en donde el homenaje en vida ahora se transformó en un homenaje póstumo, Marie comienza a pensar en algunas contradicciones relacionadas al momento de su vida y cómo la agarra la noticia sentimentalmente.
Valentine quiere aggiornar a Marie, acercarla a las nuevas generaciones, aquellas que llenan las salas y que determinan qué está in y qué está out en la farándula, y ella se resiste, desde su formación tradicional y estructurada nada de aquello que se está haciendo en cine con efectos y la utilización del 3D le sirve.
Surge la posibilidad de participar nuevamente en la obra que la catapultó a la fama, la que mayor prestigio le brindó, no ya en su papel anterior sino en el contrapuesto, una mujer madura, que termina desluciéndose con el avance de los minutos.
Ante la disyuntiva Marie se deja llevar. Llega al homenaje. Choca con un ex compañero. Recibe al director que tiene la propuesta de recrear la obra pero en otro papel. Piensa. Llora. Se derrumba. Pero siempre está Valentine para sostenerla. O eso es lo que ella cree.
El filme está dividido en dos partes. Una primera que trabaja sobre los pormenores detrás del duelo de Marie, su acercamiento con la mujer del dramaturgo, su relación con Valentine ante la insistencia de ésta por introducirla en el siglo XXI, todo con un ritmo trepidante, que agobia, casi tanto como la asfixia que siente ella ante el mundo.
En la segunda parte vemos a Marie ensayando de mala gana la obra con Valentine, con una tensión y una carga dramática casi similar a la que la obra despliega en sus páginas.
Además Assayas trabaja con el fuera de campo, conociendo a la futura posible compañera de Marie, Jo-Ann Ellis (Chloë Grace Moretz) a través de imágenes mediatizadas y videos virales que sólo hablan de su mal comportamiento y falta de profesionalismo y recién media hora antes de finalizar la película las pone a interactuar entre sí.
“El otro lado del éxito” se pierde en laberintos que ella misma se genera y de los que no sabe cómo salir. Crea una innecesaria tensión en esa espera eterna entre el encuentro entre Marie y Jo-Ann y en los choques con Valentine, emulando casi la misma obra que ensayan, y que seguramente con otro elenco protagónico el resultado podría haber sido mucho peor.
Tensión sexual, violencia contenida, mentiras calladas, una narración primero vertiginosa y luego lenta, muy lenta, atentan con un producto que bucea en las miserias de la fama para demostrar que todos somos iguales ante cada decisión que se nos presenta.