El caza talentos
El título de este documental dirigido por Ezequiel Luka y Gabriel Amiel es lo suficientemente sugerente para sintetizar dos ideas que se ven plasmadas en el film: la que expresa el anhelo de todo padre que ve una chance en el hijo cuando demuestra ciertas habilidades en el futbol de que allí se geste el proyecto de otro número 10 como el que naciera en villa Fiorito y por otro el que resume -quizás con poca justicia- el destino de Goyo Carrizo, amigo de la infancia del astro futbolístico pero a quien las malas decisiones y también la mala suerte le condicionaron el futuro como futbolista profesional pero nunca desalentaron esa pasión inexplicable por el deporte y como él mismo define por el arte del movimiento de las piernas.
Las anécdotas que conectan a Goyo con Diego Armando Maradona son tantas que el documental de Ezequiel Luka y Gabriel Amiel le reservan un espacio desde la voz en off del protagonista para ir contrastando ese pasado con su presente y siempre apelando a un registro nostálgico que se complementa eficazmente con el uso de imágenes o recortes de diarios funcionales desde el punto de vista narrativo y dramático. En ese sentido es notoria la presencia de un guión sólido que traza las directrices de la historia para abarcar a conciencia ciertos aspectos puntuales sin perder el hilo conductor, que no es otro que el mismo Goyo Carrizo y su cotidianeidad.
Los primeros planos contribuyen para retratarlo tal cual es sin máscaras o poses ante una cámara que registra a la vez que narra desde sus propias búsquedas estéticas en cada encuadre o armado de la puesta en escena. Desde la armazón y la estructura empleada, los directores logran entablar nexos en pequeñas subtramas que se intercalan, como por ejemplo la familia, el barrio, el trabajo de buscador de talentos futbolísticos y la intimidad con los amigos o el trato amable con los vecinos.
El otro Maradona es un buen referente de los documentales que explotan los recursos cinematográficos para crear pequeños universos con su lógica interna y desde una coherencia narrativa que se sostiene hasta el final porque tiene muy en claro el camino por el que busca transitar y habilita el espacio cinematográfico adecuado para recorrerlo desde la sensibilidad y el respeto por el personaje, que no es tal sino una persona con sus matices, contradicciones y virtudes a cara lavada.