Emotivo documental sobre “El otro Maradona”
La gente conoce una parte de la historia. En Villa Fiorito hubo dos pibes, amigos toda la infancia. El día en que uno fue seleccionado para jugar como cebollita de Argentinos Juniors, fue tan compañero que soltó aquella frase hoy famosa entre la gente del fútbol: "En mi barrio hay uno que la rompe". No quería jugar sin su amigo. Así, jugando de 9 y 10, ganaron decenas de partidos. Ya iban para primera división. Hasta que una fractura separó sus destinos.
¿Cómo fue, a partir de entonces, la vida de Goyo Carrizo? ¿Cómo es? ¿Quién le tendió una mano? Esta es la otra parte de la historia. Ezequiel Luka y el rosarino Gabriel Amiel nos muestran a este hombre ya cincuentón, de alma noble y corazón generoso, que en sociedad con Guillermo Peloche hoy orienta a los chicos de las inferiores de todo el país, les busca alguna ubicación a los más prometedores, recibe el homenaje de muchachos que disfrutaron sus enseñanzas cuando pequeños, y el agradecimiento de los padres de los chicos. En cierto momento, una madre le explica cómo ella ve la razón de su destino. Y es una hermosa explicación. Y un consuelo.
Porque Goyo Carrizo se quedó en Villa Fiorito, en una casa a medio hacer con su familia, frente a lo que él define como su Tierra Santa: el espacio de la canchita donde jugaba de niño con el Diego, y que ahora ya ni existe, porque se la fueron ocupando. Y así el documental es también como su vida, con momentos de alegría, de bajoneo, de aceptación, de seguir adelante. Jamás un reproche. Siempre un buen ejemplo. Para interesados, hay también un plus invalorable: unas cuantas tomas de los dos chicos luciéndose en pleno partido, conservadas por un aficionado y especialmente restauradas para la película.