Probablemente si son futboleros, alguna vez hayan escuchado hablar del "Goyo" Carrizo. El hombre en cuestión es citado, (nada menos), en alguna bibliografía, como "el segundo Maradona".
Sabemos que se crió junto a Diego en Fiorito y jugó con él en los famosos "Cebollitas" (aquella increíble clase 60' que ganó todo desde infantiles hasta octava y novena división), compartiendo una dupla tremenda (el goleador y el volante con llegada, 9 y 10, respectivamente) para los que tuvieron la suerte de verla.
Es más, en el predio de Argentinos Jrs. hay un cartel donde nos enteramos que Diego, llegó a ese equipo, recomendado por el Goyo. Todos conocen la frase de Carrizo a su entrenador (Francis) de las divisiones infantiles (a poco de haber sido elegido entre más de 40 pibes que luchaban por ingresar a ese plantel): "En mi barrio, hay un pibe que la rompe".
Hay un antes y un después de ese momento en la vida de los fanáticos de los bichos colorados y también de todos los amantes del buen fútbol. Diego Armando Maradona comenzaba su camino a convertirse en el mejor futbolista argentino de la historia.
Y sin que se enoje Messi, en tanto éste último no gane alguna Copa del Mundo, seguramente el trono le seguirá pertenenciendo al ex jugador de Argentinos y Boca por algún tiempo más. Volviendo a Goyo, el destino hizo que su carrera quedara trunca sin llegar a primera división, una lesión lo marginó de coronar su carrera en la máxima división, pero sin embargo, ha logrado mantenerse en el mundo del fútbol, desde otro lugar: cazatalentos.
La cuestión es cómo vive esta realidad, alguien que, aparentemente, estaba destinado a triunfar. Aún viviendo en el barrio donde nació y con una situación económica donde los lujos no abundan, Carrizo se presta generoso a traer anécdotas de sus días de gloria junto a Diego.
Pero eso no es todo lo que llega a la superficie en este registro, Ezequiel Luka y Gabriel Amiel, los directores, lograron captar otra faceta de este singular personaje: el dolor por no haber sido, las facturas que se hace por no haber resuelto bien algunas situaciones desde lo económico y el hecho de no haber tenido constancia y voluntad para volver de la lesión que lo alejaría definitivamente de las canchas (incluso con Maradona aportando a su rehabilitación).
Eso va construyendo un relato de claroscuros muy particular. Por momentos, hay mucha luz y alegría en Goyo por haber sido parte de un hecho histórico, en otros, hay una infinita tristeza por saber que la gloria estaba a pasos de su camino y se desvaneció, transformándose en una pesadilla recurrente que cada tanto, amenaza su centro.
Hay aquí entrevistas, recorridos públicos (programas de radio y tevé) y la actividad del buscador de cracks in situ, para traernos un recorrido que hace foco en la supervivencia de aquellos sujetos destinados a la gloria, cuando algo detiene abruptamente esa proyección.
No vamos a negar el sabor agridulce al final del documental, en cierta manera, las dos fuerzas que atraviesan la vida de Goyo (Eros y Tanatos, por traer la primera asociación que viene a mi cabeza) nos tocan de cerca y esa sensación, es mérito del registro que Luka y Amiel han logrado.
Ellos han sabido capturar esas emociones encontradas en la vida de Carrizo y reflejar las contradicciones más profundas de un hombre que en cierta manera, vivió y vive a la sombra del recuerdo que compartió con un gigante del fútbol, agradecido y a la vez atormentado por el tiempo que compartieron.
"El otro Maradona" es un testimonio válido sobre el poder de la resilencia en el mundo del deporte. Vale la pena adentrarse en él.