Una cuestión de fe
Aceptar las reglas del juego de El otro, no todo es lo que ves, film dirigido por encargo –según palabras del propio director- a Daniel De Filippo (Plumíferos, Los Superagentes: la nueva generación) supone una cuestión de fe en la propuesta general atravesada por elementos del policial y el drama familiar, con altas dosis de denuncia social y bajada de línea moralista detrás.
Si como expresaba hace años la teoría el medio es el mensaje, con El otro… lo único que prevalece es el mensaje pseudo espiritual, pseudo religioso multiplicado desde los recursos del medio cinematográfico y para que ese objetivo se cumpla el personaje protagónico es víctima en un doble sentido de una tragedia y un milagro a la vez (de ahí el título no todo es lo que ves). De esta manera su misión y funcionalidad con la historia es mostrar a través de sus ojos al espectador la transformación de un personaje reacio a la fe y desencantado por las causas nobles, quien por azar es puesto a prueba para reforzar su espiritualidad en un mundo donde en apariencia todo es corrupto o injusto.
De Filippo por momentos encuentra el ritmo a un relato que no puede despegarse de su prédica en palabras o diálogos ampulosos y confía demasiado en sus actores y en las caracterizaciones para llevar la historia a un lugar diferente al del mensaje propuesto. La desconexión de ambas líneas narrativas se hace notoria a medida que el film avanza en un cúmulo de malas decisiones que toma el protagonista interpretado por Guillermo Pfening: un reciente empleado de correo honesto que se ve por azar involucrado en un robo a una sucursal bancaria, perpetrado por una banda de delincuentes entre los que se encuentra su hermano menor Jony (Gastón Soffritti).
El cadete es asesinado por un guardia de seguridad (Alejandro Awada) instantes después de frustrar las acciones de un ex policía (Víctor Laplace) que pretendía descargar fuego contra su hermano durante el atraco y en la morgue la presencia de un extraño (Lucas Ferraro) le devuelve la vida ¿el incrédulo víctima de un milagro?.
Con esa premisa atractiva las condiciones del policial desde sus diferentes aristas, es decir corrupción de las fuerzas, mundillo de la marginalidad y la sensación plena de inseguridad, elementos revestidos desde lo discursivo tanto de derecha como de izquierda, se diluye paulatinamente al entrar en escena el elemento fantástico y la impronta del milagro para el incrédulo.
Así las cosas, El otro… no encuentra el rumbo justo para unir las ideas que desde el guión se esbozan desde el planteo pero que nunca se plasman en pantalla.