Creer o reventar.
Desesperanza por la vida, concepción nihilista acerca del escape a un mundo mejor, falta de fe: todas estas cruces son las que lleva en su mochila psicológica el protagonista de El otro (no todo es lo que ves), Marcos (Guillermo Pfening). Y hablo de cruces porque los primeros minutos -que parecen sumergirnos en un drama policial- tomarán un giro evangelizador que convertirá a este film en una suerte de propaganda religiosa de poca monta.
Uno de los principales motivos pasa por el hecho de que entre los nombres que figuran como productores y distribuidores de film se encuentre “Professio Divinitus”, una productora creada en 2003 cuyo principal objetivo es comunicar valores morales a través de los medios de comunicación. A contraposición de la postura del Nuevo Cine Argentino de no demonizar la delincuencia o al “pibe chorro”, la política religiosa explícita de la película propone una visión conservadora de la delincuencia.
El giro hacia el realismo mágico, que nos permite ratificar la hipótesis anterior, está ejemplificado en el momento en el que Marcos (Guillermo Pfeming) se ve involucrado en un asalto a un banco protagonizado por su hermano, quien está metido en “la pesada” -y a pesar de que es “bajado” a balazos- se encuentra con un hombre cuya estética recuerda al salvador bíblico que mágicamente sana todas sus heridas. Este leitmotiv irá apareciendo a lo largo de la película y abrirá un abismo narrativo entre el entramado policial y esta suerte de filosofía redentora encarada en la imagen del hombre misterioso.
Si bien en tanto encuadre e imagen la película no deja cabos sueltos, es a la hora de querer trazar una metáfora sobre la salvación a través de la fe donde nos encontramos con una película sonsa y fofa en lo referido al contenido. Una bajada de línea evangelizadora que cualquier amante de los policiales sentirá que linda con la comedia.
Tema aparte es la construcción naif de los personajes, que se dividen entre “buenos” y “malos”, convergiendo con esta imagen de cielo e infierno que implícitamente adherimos al obedecer al pacto narrativo del film. El otro (no todo es lo que ves) es un intento de drama policial -protagonizado por un gran y desperdiciado elenco- que carece de elementos metafóricos y narrativos necesarios para convertirse en una película real, siendo también un milagro que la propuesta esté destinada al público masivo.