Original film que asusta con recursos genuinos
"El Pacto" es una de esas películas de terror que hay que tomar en serio, no sólo porque aporta algo original al género, sino debido a que logra algo cada vez más difícil como conseguir asustar muy seriamente con recursos totalmente genuinos. La trama, que empieza como una de fantasmas, esconde una vuelta de tuerca realmente original que tiene que ver con otro elemento que obviamente no conviene adelantar, ya que es lo que le da un toque sorpresivo al film, además de potenciar su fuerte suspenso en una serie de escenas intensas e imprevisibles, especialmente durante la mitad final de la película.
Empieza con dos hermanas que no se ven hace tiempo y que deben reunirse en su antigua casa familiar ante la muerte de su madre, a la que tampoco veían hace mucho, dados sus espantosos recuerdos infantiles. Sólo que no bien llega una de las hermanas a la casa, en un espeluznante prólogo, sufre algún tipo de contratiempo misterioso y desaparece. La otra hermana y una prima que se quedo cuidando a la hijita de la desaparecida llegan a la casa suponiendo que simplemente es otra de sus escapadas relacionadas con el consumo de drogas duras, pero pronto se dan cuenta de que hay algo más siniestro e inexplicable y que va a seguir cobrando víctimas.
Las primeras escenas prometen una película de fantasmas muy bien hecha y algo convencional en el tratamiento del tema más allá del sutil y personal estilo narrativo del director y guionista Nicholas McCarthy, que pronto empieza a darle pistas al espectador de que éste es un relato con algo más que espíritus vengativos o ese tipo de cosas, para enfrentarlo con horrores más exraños y al mismo tiempo más tangibles. McCarthy es un raro caso de director surgido del circuito del cine indie, especialmente el Festival de Sundance, que al mismo tiempo es fan de las películas de terror clásicas de directores como Dario Argento. Uno de los cortos que más éxito tuvo en el circuito de festivales fue precisamente "El Pacto", del que este primer largometraje funciona como remake expandida (el original duraba sólo 11 minutos). El resultado es una película original, muy bien filmada y llena de imágenes fascinantes logradas con muy pocos recursos de producción, pero que tiene al menos una media docena de escenas que logran hacer saltar al público de su butaca, o que tienen la capacidad de meter a la audiencia en climas auténticamente ominosos.
Un detalle muy inteligente del guión es el uso aterrador de todos los elementos tecnológicos ya comunes y corrientes como los mails, mensajes de texto y, sobre todo, una comunicación vía notebook en una escena de esas que ponen los pelos de punta. Además, todas las actuaciones están muy cuidadas. En este sentido, el director tiene el mérito adicional de darle un muy buen personaje al casi desaparecido Casper Van Dien, que aparece como el único policía que cree que la protagonista tal vez no esté loca.