Las adaptaciones cinematográficas de producciones teatrales han tenido gran relevancia durante el 2020. Desde Ma Rainey's Black Bottom, hasta One Night in Miami, pasando por The Prom, hemos asistido a una serie de películas que muy poco jugo le habían sacado a los recursos cinematográficos. Con "The Father" esa dinámica vuela por los aires. Florian Zeller es el gran responsable de enriquecer el relato original con todas las posibilidades que ofrece el cine, tanto tecnológica como narrativamente. Su tarea es de excelencia y por consiguiente, su película también lo es.
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Es importante tener en cuenta que "The Father" no es una película fácil. No lo es para los realizadores y mucho menos para los espectadores. Tratar temas como las enfermedades mentales en adultos mayores exige cuidado, respeto y sobre todo mucha seriedad. Son temas tabú en el cine. Es como si hubiese una especie de pacto tácito con los espectadores respecto a ciertos tópicos que no se pueden tocar. Una suerte de relación idílica entre producción y consumo, donde preferimos evitar situaciones complejas, que si bien pueden ser cotidianas, elegimos no verlas delante de nuestros ojos.
Zeller tiene la audacia de ponerlo en escena, a través de un Anthony Hopkins inconmensurable. Estamos hablando de una de las mejores actuaciones de la carrera del actor británico, quien brilla en el papel de Anthony, el adulto mayor que oficia de protagonista. Junto a él se destaca Olivia Colman, su hija, quien lucha entre cuidar a su padre y su enfermedad, con poder desarrollar su vida afectiva y laboral. Como una especie de ciclo vital, quienes antes nos cuidaban, ahora precisan de nuestra ayuda para poder transitar su última etapa. Es en este conflicto donde "The Father" logra articular eficazmente elementos dramáticos, como lo son el deterioro cognitivo y la soledad.
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"The Father" es una película dura, pero necesaria. Una experiencia difícil de olvidar, capaz de ubicarse entre las grandes obras del cine de los últimos tiempos. Sensible, conmovedora y poética.