“The Father” de Florian Zeller. Crítica.
Por fin llegó a los cines.
Francisco Mendes Moas
El 2020 fue un año más que complicado para la industria del cine y en consecuencia hizo que sucedieran ciertas anomalías. En este caso se trata del tardío estreno de “The Father”. Tras consagrarse con varios premios, como el Oscar a mejor actor y mejor guión adaptado, la ópera prima de Florian Zeller, llega a las salas este 12 de agosto.
Con un elenco de primer nivel, compuesto por: Anthony Hopkins, Olivia Colman y Rufus Sewell, entre otros. Aquí se aborda la última e inevitable etapa de la vida, la vejez. Con todo lo que esto conlleva, siempre desde el punto de vista anciano. Particularmente la enfermedad degenerativa del Alzheimer.
Anthony se encuentra transitando el tramo final de esta extensa carrera que llamamos vida. Si bien físicamente no demuestra sufrir el paso del tiempo, su memoria ya no es lo que supo ser. Los acontecimientos cotidianos, los rostros, lugares, incluso sus familiares comienzan a confundirse. Al rechazar cualquier tipo de cuidado, su hija Anne se ve obligada a llevar a su padre a convivir con ella. Esto presenta más de una complicación, no solo para ella sino también para su padre.
Nuestra mente es lo que nos diferencia del resto de los animales, al menos eso afirman algunos científicos. Como todo el resto del cuerpo, sufre deterioro con el paso del tiempo. Más de uno tendrá algún pariente mayor repitiendo: “Lo importante es estar bien de aca”. Al tiempo que se señalan las cien como si se tratase de un exclusivo penthouse en el último piso de un extravagante rascacielos. Y si, durante la vejez se trata de una de las preocupaciones más usuales. A esto el cine no le es ajeno, habiendo tratado la problemática varias veces, como por ejemplo “Arrugas” de Paco Rocca.
En este caso Anthony Hopkins le pone cuerpo y alma, creando una conexión entre lo que podría ser su vida y la interpretación del personaje que lleva su mismo nombre. Si bien las interpretaciones del actor britanico son superlativas, esta agrega otros matices que excede las barreras del encuadre. El rol pareciera hacer replantearse al actor su propia mortalidad y eso integra como una virtud intrínseca a su trabajo y lo elevan a otro nivel.
A si mismo, el trabajo del actor está acompañado por una gran labor de puesta en escena y montaje. Dado que la narrativa se centra en el punto de vista de este personaje que sufre problemas de memoria, estos aspectos cobran preponderancia. Trabajan en conjunto para introducir al espectador en la realidad de Anthony. Cuando el primero siente que algo no está bien o pierde el sentido de la orientación dentro de la trama, es porque el personaje se encuentra del mismo modo. Encontrándose aquí la mayor virtud del audiovisual.
Además de las interpretaciones de los actores, quienes por momentos comparten el mismo personaje, la escenografía se transforma en otro personaje más. Los espacios, aunque diferentes, consiguen fusionarse, generando así la sensación de que todo es lo mismo. Una vez más, produciendo la sensación vivida por el protagonista.
Con un singular punto de vista, soberbiamente logrado, “The Father” de Florian Zeller sorprende. Siendo su primer trabajo como director, Zeller demuestra un gran resultado, dejando la vara alta para sus próximos trabajos. Y demostrando que su ópera prima tiene merecidas todas las nominaciones a premios.